Palomas, De Jorge Espinoza Castillo, Con Adrián Churruarin, María Agüero, Mariela Santilli, Karina Huerta, 5´, 2008.
Vemos a tres mujeres que representan la femineidad en sus tres etapas de madurez. Una nena, una chica adulta y una anciana. Palomas pretende mostrar una reflexión introspectiva entre esas tres mujeres: Como se relacionan con el mismo espacio, cambia la mirada sobre una misma situación dependiendo de cada una y no pierden la capacidad de fascinarse por lo mismo. La mujer de mediana edad guía, y parece vivir un conflicto existencial al ver a la nena jugando con la hojarasca y a la anciana perturbada por la vivacidad de la niña que asusta a sus palomas. El corto se queda en la insinuación de algo profundo, y su conflicto de inocencia perdida y la angustia que esto provoca. Las actuaciones no se integraron del todo a la estética minimalista que el director intento imponer, con esos densos planos a las palomas o a las hojas de los árboles como si se buscara sin suerte alguna forma de filmar el viento. Mismo viento que acaricia a las tres mujeres al mismo tiempo en el final, sin hacer diferencia entre ellas. La cámara se mueve siguiendo la mirada de ellas, siguiendo a ¿las palomas?; difícil saberlo ya que caprichosamente se queda enamorada del sol que se escurre entre las hojas marchitas del otoño. Tanta poesía empalaga y hasta molesta que no se hable de nada y siempre se termine yendo por las ramas (sic). Un acierto del director, entre tanto movimiento caprichoso, es el final, donde se confunden los sonidos del pisoteo de las hojas con las migajas de pan secas que son resquebrajadas por la anciana. Se pasa de un plano medio de la anciana a un plano general donde se ve a la niña jugando con las hojas secas y arrojándolas al aire, luego la cámara con un movimiento rápido hacia arriba y después cayendo, cierra Palomas de forma simple y agradable.
Germán J. González Sosa
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