Una mujer embarazada a punto de estallar, con ocho hijos más, con un marido ausente, en un rancho ubicado a un día del hospital (o intento de), va a dejar todo para volver a Paraguay, donde recuerda que era buena en matemáticas. Poner esto en imágenes puede resultar peligroso, un guión de este estilo tiene muchas probabilidades de provocar situaciones incómodas, difíciles de llevar. Pero en este caso, los distintos planos demuestran que la idea fue concebida en plena conciencia de su realización visual. Un corto para disfrutar por la construcción de un mundo bien representado.
Empieza con la descripción geográfica mediante planos que se apagan al ritmo de un piano, y pronostican la tristeza que desprende el lugar. La ropa colgada, los juguetes tirados en el piso, anticipan la superpoblación de niños-hijos. Los pájaros simbolizan la falta de libertad que acecha a la protagonista. Cuando la cámara entra para describirnos al personaje principal, lo hace desde la mirada perdida, con un plano que representa la desolación que la rodea. Luego, el plot point: una contracción que provoca el cambio de actitud que la lleva a buscar elementos nostálgicos para tomar la decisión final de abandonar todo. La cajita naranja que esconde en su vestido es la forma de llevar a cabo su plan. Recién al final revela su contenido, una cédula que deja ver su verdadera identidad y que estaba escondida en ese rancho, tras sus hijos, en esa caja no del todo olvidada. Pero, sin lugar a dudas, lo mejor del corto es la definición temporal a través de un sol que va cambiando de posición, que también provoca una ubicación espacial, en ese camino que la llevará a parir un hijo, entre contracción y contracción. Las imágenes dicen todo, duelen a la ida y alivian a la vuelta, pero siempre sufren la soledad.
La definición es acertada, la descripción del lugar, de los personajes, del tiempo y del espacio. Se juega por un tema que puede sostener desde una construcción visual que consigue todo lo que pretende. Parir la soledad dice lo justo, un corto silencioso como la vida de la protagonista, como lo que la rodea.
Soledad Bianchi
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