Rouge, De Sonia Bertotti, Con Joaquín Belmonte, Raúl Schurlein, Elba Castellani, 2007, 7’
Todo sobre mis padres
Después de ver veintitrés cortos, varios muy buenos, muchos malos y algunos que dibujaban un signo de interrogación en mi cara, llegó Rouge, que desde sus créditos iniciales atrapó mi atención. Me agarró y me dijo: “Despertáte, hay más por ver y vale la pena”. Lo escucho y obedezco.
El corto nos mete en el mundo gris y opresivo que vive un adolescente que se prostituye. Ese mundo es representado y reflejado por los padres del chico, dos criaturas inmundas y grotescas. La madre se pasa el día recostada en un sillón, fumando, bebiendo y viendo programas que queman el cerebro (Utilísima y Bricolage). Cuando se encuentra en la habitación viendo T.V. el empapelado se distorsiona con un juego de luces demostrando el desequilibrio y deterioro, de ella y su hogar. Es la madre despreocupada, que se dejó estar, que no hace nada y está tan ciega que no puede ver lo que sucede en su familia. El padre trabaja en una carnicería, es un hombre forzudo que devora la comida de su mujer (un plato defecado) y que hace visitas al cuarto de su hijo. Cuando lo vemos por primera vez, está incrustando un pedazo de carne en un gancho. Hay un corte y en el siguiente plano se ve la sangre chorreando por la pared de un blanco intenso. Penetración y sangre. No hace falta aclarar más. Con estas imágenes, la directora nos transmite y hace comprender la causa de la infelicidad del protagonista por qué se prostituye.
Otro elemento a destacar, es la carta del novio –que es lo único en color del mundo diegético-, que con un cielo azul y nubes blancas simboliza su única felicidad y el anhelo de escapar.
Los planos breves lo hacen a uno estremecer y entender todo en segundos. El montaje, cuando él sale por las noches, consta de una mano agarrando dinero, un cierre que se baja y un preservativo que sale de su envoltorio. Un montaje bien logrado con influencias de Réquiem por un sueño.
Tal vez el final es lo único que se pierde, ya que no era necesario explicitar lo que el espectador ya había entendido que sucedía en la relación padre-hijo.
Muchos cortos sólo logran mostrar imágenes en movimiento que pocas veces se entienden y que son justificadas aclarando que todo es un sueño o la psiquis de un personaje. Rouge termina logrando lo que muchos otros no: que se produzca una identificación entre el personaje y el espectador, y que haya una narración.
Nicolás Ponisio.
Todo sobre mis padres
Después de ver veintitrés cortos, varios muy buenos, muchos malos y algunos que dibujaban un signo de interrogación en mi cara, llegó Rouge, que desde sus créditos iniciales atrapó mi atención. Me agarró y me dijo: “Despertáte, hay más por ver y vale la pena”. Lo escucho y obedezco.
El corto nos mete en el mundo gris y opresivo que vive un adolescente que se prostituye. Ese mundo es representado y reflejado por los padres del chico, dos criaturas inmundas y grotescas. La madre se pasa el día recostada en un sillón, fumando, bebiendo y viendo programas que queman el cerebro (Utilísima y Bricolage). Cuando se encuentra en la habitación viendo T.V. el empapelado se distorsiona con un juego de luces demostrando el desequilibrio y deterioro, de ella y su hogar. Es la madre despreocupada, que se dejó estar, que no hace nada y está tan ciega que no puede ver lo que sucede en su familia. El padre trabaja en una carnicería, es un hombre forzudo que devora la comida de su mujer (un plato defecado) y que hace visitas al cuarto de su hijo. Cuando lo vemos por primera vez, está incrustando un pedazo de carne en un gancho. Hay un corte y en el siguiente plano se ve la sangre chorreando por la pared de un blanco intenso. Penetración y sangre. No hace falta aclarar más. Con estas imágenes, la directora nos transmite y hace comprender la causa de la infelicidad del protagonista por qué se prostituye.
Otro elemento a destacar, es la carta del novio –que es lo único en color del mundo diegético-, que con un cielo azul y nubes blancas simboliza su única felicidad y el anhelo de escapar.
Los planos breves lo hacen a uno estremecer y entender todo en segundos. El montaje, cuando él sale por las noches, consta de una mano agarrando dinero, un cierre que se baja y un preservativo que sale de su envoltorio. Un montaje bien logrado con influencias de Réquiem por un sueño.
Tal vez el final es lo único que se pierde, ya que no era necesario explicitar lo que el espectador ya había entendido que sucedía en la relación padre-hijo.
Muchos cortos sólo logran mostrar imágenes en movimiento que pocas veces se entienden y que son justificadas aclarando que todo es un sueño o la psiquis de un personaje. Rouge termina logrando lo que muchos otros no: que se produzca una identificación entre el personaje y el espectador, y que haya una narración.
Nicolás Ponisio.
3 comentarios:
¿Alguien sabe dónde se pueden ver estos cortos que reseñan?
Uno de los pocos cortos decentes que hizo Cievyc en bastante tiempo!
1° yo veo utlisima y no me quema el cerebro
2° muy bueno todo el analisis de las imagenes, que me pregunto, si fueron tus ojos q vieron mas alla de los ojos del director o si el director hacia esto con este mismo fin que vos contas aca...
3° voy a ver si ese corto lo tengo mucho de lo que decis me llama la atencion
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