La peor tortura de la tortuga, de Virginia Tournour, con Guido Romano y Pablo Martinez. 2008. 5´.
El otro, el mismo.
Desde las alturas caemos en picada sobre un chico antiguo que juega con un avión de lata. Pero no a hacerlo volar, sino a moverlo por el piso. El chico está también sentado en el piso y lo vemos en un plano picado casi cenital que lo aplasta. El “otro” del juego de dobles que propone el corto, es su padre. Los dos, hablándole a la cámara, se quejan de no ser entendidos.
El chico no quiere tomar la sopa, prefiere usar ese combustible para darle energía a ese avión terrestre, o sea para hacerlo volador. El padre entra en el comedor cubriendo al hijo con su sombra, le quita el juguete y lo deja en un estante alto. Él sí puede elevar al avión y no permitirá que el chico lo haga. Para servirle el plato de sopa, para alimentarlo, lo rodea con los brazos, se pone nuevamente sobre él sofocándolo.
El corto logra crear el clima apropiado gracias al arte y la fotografía, muy cuidadas y manteniendo su función narrativa. Es muy bueno el uso de la cámara que nos ahorra movimientos pretenciosos. La excepción, bien utilizada, es el zoom out con cambio de foco en el que el chico queda atrapado entre el padre y el embudo. La narración no es muy clara y permite interpretaciones diversas, sea eso buscado o no por la directora. La escena en la que el padre habla a cámara es un poco larga y a veces se hace abuso de alguno de los tópicos de los cortos cievyquianos como el ambiente onírico y alguna repetición innecesaria.
El plano final nos devela lo que subyace en toda la película. Los dos personajes aparecen simétricamente repitiendo los movimientos del otro como en un espejo. El casting y la caracterización son grandes aciertos, logrando crear a dos personas casi idénticas. La primera vez que vemos al padre podemos pensar que es el mismo chico de grande. El enfrentamiento que tienen es una opresión que se vuelve contra sí mismos. “La peor tortura de la tortuga es que se tropieza con su propia torpeza”.
Por Ignacio Izaguirre
4 comentarios:
Suena a lento, usted no lo dice expresamente, pero se huele esa cadencia de tortuga, pero igual sin tortura, cosa que reconforta.
Me gusta su interpretación, no he visto el corto todavía, pero "se hace abuso de alguno de los tópicos de los cortos cievyquianos como el ambiente onírico y alguna repetición innecesaria." comparto, no puedo asegurar aún que este sea el caso, pero comparto.
comparto los comentarios, y me pregunto que le habra pasado a la directora esta vez...???, teniendo en cuenta que el año pasado gano el premio a la mejor direccion.
Sera que se habra dormido en sus laureles..??,porque no parece un corto hecho por una directora que ya gano un reconocimiento,o es quizas el filmico en blanco y negro un terreno a donde solo los verdaderos talentos pueden hacer pie..???
Ayer vi este corto. Me gustó, porque tiene una sensibilidad que se siente. Solo me faltó algo fuerte, presenciar más esa desconexión, aunque la mesa larga angulosa haya resumido todo.
tal vez tenga razón Sr. Anónimo. acepto y comparto la mayoría de las críticas, pero no creo que haber ganado un reconocimiento con otro proyecto me prive del derecho a equivocarme e intentar nuevos recursos sin la obligación de conformar a todos.
Saludos
Virginia Tournour
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