El Western por Ignacio Izaguirre (Segunda Parte)




Distintos héroes, distintos enemigos.

Lo que cada norteamericano quiere es ser propietario. Trabajar para poseer. En The Tall T de Budd Boetticher, Pat Brennan (Randolph Scott) deja de ser capataz para tener su propia tierra. Su ex jefe no puede convencerlo de que vuelva, el hombre que queda como capataz es un infeliz que, podemos adivinar, no tiene otras aspiraciones. Más adelante conversando con Frank Usher (Richard Boone), el bandido con el que comparte códigos, éste le dice que “un hombre debe tener lo suyo”. El enemigo es el Estado, los que imponen reglas, los que violan la propiedad privada.

Para un argentino en cambio el enemigo es el jefe. El valor es “del trabajo a casa y de casa al trabajo”. Trabajar para disfrutar del tiempo de ocio, de la familia y los amigos que son probablemente el valor máximo, lo que no se puede traicionar. La aspiración argentina es ser admirado, idolatrado, remunerado. El cowboy difícilmente tenga amigos conocidos. Si los tiene, suelen estar ahí para que su muerte motive sus acciones, lo mismo ocurre con los hermanos. Esto es así en The Far Country de Mann, Forty Guns y My Darling Clementine de John Ford.

Que el héroe del Western esté ocupándose de algo personal y trate de no meterse en asuntos ajenos; suele pasar desapercibido para un espectador argentino, más identificado con la defensa de los desprotegidos, la habilidad con las armas y la lealtad. Aquella tarea previa individual interrumpida sirve como recurso de identificación para el espectador norteamericano.

El héroe argentino en cambio es un líder de multitudes, un guía, el que nos lleva hacia la victoria: Perón, Maradona, el Che Guevara. Se puede considerar nuevamente como una tradición más europea. El enfrentamiento con Europa está dado por el otro héroe posible que es el fuera de la ley, el rebelde. Los protagonistas de la literatura gauchesca del siglo XIX como Martín Fierro representan ese tipo de héroe. Posiblemente la inconmensurable figura de Maradona se deba a una combinación de los dos héroes posibles argentinos (algo parecido ocurre con el Che Guevara, con la desventaja de estar muerto y de haber estado siempre lejos). Maradona es el rebelde, es el líder y es también el que tiene poderes especiales que le dan derecho al liderazgo.

El líder representa el destino de grandeza a la vez que un pasado glorioso. Dicen que Malraux definió a Buenos Aires como “la capital de un imperio que nunca existió”. Ese querer trasladar Europa a una tierra virgen sin construir una tradición propia, puede estar en el origen de esa sensación. Sensación de pasado y destino glorioso justificada para un francés o un inglés con miles de años de historia detrás, pero igualmente firme en cualquier argentino. “Dar la vida por Perón”, o sea dar la vida por la patria, por el rey, por dios, es una idea que un argentino tradicional debe defender.

El héroe del Western jamás da la vida por una causa superior. Es cierto que arriesga su vida más de una vez por diversas causas pero nunca se inmola por nada. En otros géneros del cine de Hollywood, por ejemplo el bélico, sí es usual encontrar ejemplos de sacrificio de la vida propia por los demás. Pero en el género americano por excelencia es muy extraño encontrarlos. Claro que, hábilmente, los guionistas no ponen al héroe en una posición en la que sacrificar su vida salva al grupo; pero está de más decir que en esto consiste que nunca lo haga. Tampoco vamos a andar pidiendo que John Wayne nos tenga que decir explícitamente que no cambia su vida por la de la joven que grita histéricamente desde la diligencia.

Características propias

Otro elemento que no aparece en ninguno de los Western vistos es lo sobrenatural. No se postula la existencia de otra realidad que la cotidiana. Los indios pueden invocar a los dioses o realizar rituales, pero están siempre más cerca de los conocimientos arcaicos que de la magia. Más cerca de una sabiduría de la naturaleza que de un poder secreto. Incluso dios está ausente. Su presencia se limita a la iglesia del pueblo, un lugar más de reunión social o donde el pueblo discute sus problemas, que un lugar religioso. El predicador del pueblo y los asistentes a la iglesia son la gente común. Generalmente de una fuerza vital inferior a la del héroe y a la del cowboy en general. Aunque sea el villano.

El héroe tiene pocos interlocutores válidos, su relación con la gente del pueblo suele ser algo condescendiente. Muchas veces su igual es el villano, con el que comparte los códigos de los vaqueros y del conocimiento de la naturaleza. Esto es así en Bend of the River de Mann, 3:10 to Yuma de Delmer Daves, The Man from Laramie, The Tall T, etc. La posición del cowboy es la de intermediario entre los pioneros y la naturaleza, por eso su utilidad es tan efímera. Una vez realizada la conquista va quedando de lado y se convierte en un personaje pintoresco, o en un sheriff solitario (como en Rio Bravo de Howard Hawks) o en un bandido (como en Colorado Territory de Walsh).

En Forty Guns ese es uno de los temas principales. Griff Bonell (Barry Sullivan) habla con su hermano menor, Chico Bonnell (Robert Dix) que quiere ser un pistolero como él y le recuerda: “cuando te conté que los romanos peleaban en la arena te reíste, pronto se van a reír de gente como yo. Soy un freak.” Es la conciencia del fin de la utilidad de estos hombres. Al acabarse la frontera por conquistar, construirse el ferrocarril y alzarse los alambres de púas, ellos ya no tienen lugar. Jessica Drummond se lo dice a Griff: “Esta es la ultima parada, la frontera ha terminado, no hay mas pueblos ni hombres que domar”. En esta película se coloca al cowboy entre otros héroes míticos. Además de la cita a los romanos, las “forty guns” hacen referencia a los cuarenta ladrones de las Mil y una noches y el nombre del rancho de Jessica, “Draggons”, a los dragones vencidos por los caballeros andantes.

Este héroe no tiene una profesión definida, es un hombre con ciertas características en un entorno particular. No debe asociarse nunca con el sheriff que puede ser o no el héroe, e incluso puede ser el villano o un pusilánime. A la lealtad (nunca mata por la espalda, en el final de The Tall T Frank Usher no deja de darle la espalda ridículamente a Pat Brennan para que no lo pueda matar), la defensa de los débiles, el cumplimiento de la palabra dada, la comunión con la naturaleza solo hay que agregarle dos cosas para obtener un héroe del oeste. Por un lado el ser taciturno, la calma, no desesperarse jamás, no caer nunca en el patetismo. Aún en las situaciones más difíciles o ante la muerte inminente el cowboy no se desespera. Esta cualidad hace que el momento de furia de Glyn McLyntock (James Stewart) ante la traición de Emerson Cole (Arthur Kennedy) en Bend of the River sea más impactante aún. Por último, lo que lo hace único y diferente a todos: ser el más rápido con el revólver. Esta especie de competencia de machitos (a ver quién dispara más rápido, con mejor puntería) está en el fondo de todas las historias y merece un estudio aparte.

Habrá que esperar hasta los 90´s con Los imperdonables para encontrar una reivindicación de la lentitud.


Primera Parte


El Western por Ignacio Izaguirre (Primera Parte)





En este trabajo traté de incorporar todas las impresiones que un cuatrimestre de Westerns me fueron dejando. Cuando lo releo creo que es un recuento de los preconceptos con los que ahora encaro cada una de estas películas, los filtros a través de los cuales miro estas historias. Lejos de considerar esto como un vicio, lo pienso como parte del “previo fervor” con el que Borges dice que se leen los clásicos y los convierten en tales. Para reconocerme como espectador del género le agregaría a esta esperanza el placer ante las escenas de transición: una jarra de café, un caballo con su jinete en el medio de las montañas, el sonido de la cuchara de madera contra el plato de barro, la confianza y la lealtad que implican dejar a un caballo atado con una débil vuelta de riendas en la puerta del saloon.

Este texto fue el trabajo final de la materia Técnicas periodísticas 2, dictada en el segundo cuatrimestre de 2008.

El mito

Ir a ver una película de género es ir a que nos cumplan una promesa. Abusivamente pedimos que no deje de darnos lo que vamos a buscar y que no deje de sorprendernos. Las expectativas del Western incluyen a un héroe, con su sombrero, su caballo y su habilidad con el revólver. Grandes paisajes funcionales a la historia, las grandes praderas, el desierto, las montañas rocosas, los ríos infranqueables. Algunos indios, para enfrentarse a ellos porque son el peligro o para admirarlos por su sabiduría que creemos haber poseído y perdido a través de los siglos. Un villano capaz de cualquier cosa por dinero. Un par de tiroteos y un duelo. Algunos pusilánimes para meter al héroe en problemas. Si es posible una chica para que al final el cowboy no se vaya solito, pero que no joda mucho durante la película. Y si todavía queda espacio, algún personaje cómico, un barbero y un barman. Para no pasar todo esto con el estómago vacío, unos frijoles, café y mucho whisky.

Todos estos elementos conforman el mito del Western. Nacido del “encuentro de una mitología y una forma de expresión” según Bazin, se convierte él mismo en mito. Posiblemente en eso se diferencie de los demás géneros. Ningún otro tiene tantos tópicos reconocibles. Esta configuración como mito en sí mismo puede ser la explicación del éxito mundial de las películas del oeste.

Para un norteamericano es la expresión ideal de su propia historia transformada en mito fundador. Los pioneros, la fundación de una nación con nuevos valores, la conquista de la naturaleza, la comunión con la naturaleza en contra de la sociedad corrupta, el esfuerzo individual, el “mind your own business”, etc. Son tópicos de la cultura y la historia norteamericanas. No es difícil entender que este mito combinado con el arte norteamericano popular por excelencia, produzca en una persona nacida en Estados Unidos una identificación, un orgullo y una expectativa que lo justifiquen.

Es más difícil pensar por qué algo tan propio de una cultura se instala en todas las culturas del mundo, también en la argentina. La invasión cultural norteamericana no alcanza como explicación, si fuera suficiente hace años que seríamos fanáticos del fútbol americano, el béisbol, la música country y el asado arrebatado. Si bien la historia argentina y estadounidense tienen algunas coincidencias (un gran territorio virgen con diferentes climas y geografías, ser naciones con una historia muy reciente, la naturaleza aún inexplorada y salvaje, la conquista del territorio indio, la ganadería, la emancipación de Europa); los ideales culturales son diferentes.

La configuración como mito en sí mismo, como pura literatura, es lo que hace que el Western sea popular en países como el nuestro. Así como las epopeyas griegas nacieron del mito de los héroes guerreros, de historias que seguramente se construían a partir de los combatientes reales. Así como estos héroes fueron luego habitantes de su propia leyenda literaria, realizadores de hazañas dignas de dioses y no hipérboles de las hazañas humanas, el cowboy para un argentino es un personaje puramente ficcional. Para un chico (por lo menos así lo fue para mí) un pirata, un mosquetero, Luke Skywalker, Superman y un cowboy son todos héroes de la misma jerarquía, protagonistas de historias de aventuras. La base histórica del cowboy es casi una curiosidad sin mayor importancia. No hay algo ahí más representativo o que genere mayor identificación que los demás héroes.

Entonces pensar que la potencia del Western es ser la expresión de un mito o la mistificación de la historia, no tiene sentido fuera de Estados Unidos. Cabría pensar hasta que punto lo tiene dentro de USA. Sin duda lo tuvo en un comienzo, sin duda los primeros Westerns no sabían que estaban creando un género particular. La historia del género es la de la escisión entre leyenda y realidad. Si Asalto y robo a un tren es el primer Western, en él prácticamente coinciden la época en la que está filmada y la época representada. El mito está reducido a cero. No hay héroe ni habilidades extraordinarias. Con un poco de voluntad lo podemos ver como la recreación de un hecho real, casi una crónica periodística.

Luego aparecerán dos hechos históricos junto con el nacimiento del héroe. Por un lado La Guerra de Secesión, tema que, si bien estará presente en el Western ya establecido, raramente será el centro de la trama o las acciones del héroe estarán centradas en esta lucha. Un evento histórico y propio de Estados Unidos queda en un segundo plano, favoreciendo la instauración de un género fuera de la historia y más universal. No sería ridículo pensar que las productoras favorecieron esta orientación para no perder los mercados internacionales.

El otro es la epopeya de los pioneros. Como dijimos, al principio como ficcionalización de la historia, introduciendo la figura del héroe e idealizando el esfuerzo de esos pioneros. The Big Trail de Raoul Walsh es un ejemplo casi fundacional. Sin duda a nadie se le escapaba en 1930 que era una ficción sobre un hecho histórico real. Incluso no tendría sentido fuera de ese contexto. El género fílmico aún no tenía independencia de la historia real. Breck Coleman (John Wayne) es un héroe ya idealizado pero que tiene una función en los hechos históricos. La importancia de sus peripecias radica en esta función histórica. La inmadurez del género se nota en que, si bien es bueno disparando, su gran habilidad es arrojando cuchillos, destreza que no compartirá con el elenco de cowboys que lo sucederán. Pero sí compartirá con ellos su conocimiento de la naturaleza, su comunión con ella y algo aún más importante: su motivación inicial no es guiar a los pioneros sino una venganza personal. La aventura se le atraviesa en su camino privado, no pretende la gloria ni la admiración

Fundar una nación y su historia

Posiblemente el gran éxito de Estados Unidos como nación sea haber creado una historia propia, abolir el pasado europeo. Tener sus propios valores. Sus propios mitos fundacionales, su seguridad en estar iniciando la Historia. Sentirse el nuevo pueblo elegido en la tierra prometida. En The Big Trail se escucha esta arenga: “¡Esta jornada comenzó en Inglaterra! Ni las tormentas, ni la hambruna los detuvieron. ¡Ahora nosotros retomaremos esa pista y nada nos detendrá! ¡Estamos construyendo una Nación y deberemos sufrir para lograrlo”. Por un lado, la conciencia de la fundación que debe ser llevada a cabo a cualquier costo, atravesando tormentas y montañas (increíbles escenas), con pérdidas de vidas que son tomadas como un precio justo, no como una tragedia inesperada. Por otro lado es remarcable la extrañeza que se experimenta al sentir nombrar a Inglaterra en un Western. Europa no existe, el resto del mundo no existe, la historia de los pioneros es una historia privada y fundacional, no se inscribe en una historia común, ni universal, Estados Unidos tiene su propia historia que no es la de Europa.

Para empezar de cero el terreno que se elige es virgen, la naturaleza salvaje incontaminada. El pionero admira la naturaleza que simboliza este empezar de cero. Pero también sabe que debe conquistarla, con el peligro de contaminación que eso implica. La tensión de esta contradicción está siempre presente. El jinete solitario en enormes paisajes mitiga el miedo a destruir el paraíso, eso tan enorme parece indestructible por algo tan pequeño como el hombre. La misma sensación producen los planos en los que el cielo ocupa gran parte del espacio y el jinete queda en una mínima parte de la pantalla.

Como dijimos, la nueva historia se funda sobre nuevos valores. Estos nuevos valores se oponen a los de la historia europea, atravesados por siglos de verticalidad expresados en la monarquía, la nobleza, el sistema feudal. Es muy extraño que se aluda a la madre o la infancia del cowboy. El pasado puede ser un error, un pasado delictivo, alguna cuenta pendiente… pero siempre ocurre en su vida adulta. La personalidad del cowboy no está configurada en su infancia, la crea él mismo con sus acciones voluntarias y concientes. Es que la historia acaba de comenzar. Esta idiosincrasia se contrapone a la argentina. Nuestro país mira siempre a la madre Europa. Los padres fundadores del siglo XIX sueñan con traer Europa a América, ser una nación como Francia. Se piensa el país a partir de un modelo a imitar. En el tango la madre está siempre presente, es la que nos dijo cómo teníamos que ser y a la que le fallamos por no poder cumplir. Se vuelve a la casa de los viejos, a los valores de la niñez. Valores, más que repudiados por el cowboy, directamente ausentes. La herencia es importante para la nobleza, es la fuente de su poder, al no haber nobleza cada uno hace su camino desde cero.

Los valores del barrio

Europa está presente en el este, no en la auténtica Norteamérica. Los valores nuevos están emparentados con lo que acá llamaríamos los valores de la calle, del barrio. La lealtad, el respeto a la palabra dada, no abusar de los débiles y no permitir que los demás infrinjan estos valores. Según Astre y Hoarau en El universo del Western las caravanas de pioneros fueron alentadas para alejar la guerra de pobres contra ricos de las grandes ciudades. Así los trabajadores más emprendedores no pelearían por sus derechos en las ciudades sino que se irían a buscar su propio destino. Además las leyes le otorgaban la propiedad de la tierra al que la trabajara durante cinco años, alentando el emprendimiento individual. Es entonces con los valores de esta gente: de clase trabajadora, emprendedores, creyentes en el esfuerzo individual con los que se formaron los valores que todavía dominan el centro de Estados Unidos. El suelo pertenece entonces a quien lo explote.

En Argentina en cambio la tierra se repartió entre pocos terratenientes. Al ser una tierra muy rica se necesitaba muy poco trabajo para que produjera. Esto creó una clase ociosa con los valores europeos y una estructura más vertical de la producción y la vida social. La única esperanza del trabajador eran mejores condiciones de trabajo pero nunca un proyecto propio. Estas mejores condiciones son conseguidas por un líder que guía a la masa en lucha.

El héroe norteamericano en cambio no es nunca un líder de multitudes, no arenga a la masa porque nunca hay masa, hay individuos. No da discursos, y si alguien los da, es más esperable encontrarlo a un costado armando tabaco que participando. Este es uno de los nuevos valores más distintivos de esta nación. Si los héroes homéricos luchaban por la gloria, los cruzados por dios, los caballeros y los mosqueteros por el rey o por la patria, el cowboy lucha por su propio destino. Su búsqueda es siempre individual, la aventura se le cruza en el camino mientras está haciendo otras cosas y no le queda más alternativa que participar. En la inmensa mayoría de los Westerns el protagonista va en camino de una tarea privada muchas veces comercial (llevar ganado, buscar oro, buscar nuevas tierras para instalarse) al empezar la película. Nunca su objetivo es ayudar a alguien, solo ayuda a los necesitados que se cruzan en su camino. O sea, no abandona.

No pertenece a una institución ni lucha por una. Es respetuoso de dios pero este no motiva ninguna acción ni juega un papel importante en sus decisiones, tampoco le pide nada. El héroe no usa uniforme pero permanece toda la película con la misma ropa, esto acentúa su carácter único e individual. El uniforme en cambio, es propio de las instituciones.

El nuevo mundo ideal es una anarquía en la que cada uno se ocupa de sus asuntos, o sea un Estado casi nulo con alguna labor policíaca solamente y sin grandes propietarios que terminan teniendo un poder paraestatal como Alec Waggonman (Donald Crisp) en The Man from Laramie de Anthony Mann o Jessica Drummond (Barbara Stanwyck) en Forty Guns de Samuel Fuller. Nuevamente estos valores pueden ser rastreados hasta nuestros días. (Continuará)

Charla sobre Raymundo Gleyser por el Productor NICOLÁS BATLLE y la Coordinadora del Concurso Gleyzer ANTONELLA DENEGRI. (Sólo para Alumnos del CIEVYC)


El día Miércoles 17 de Junio a la 19 hs en la sede Bernardo de Irigoyen 1124, CIEVYC, se dará una charla de orientación para los alumnos de la escuela. La idea es que asistan no solo los que quieren presentar, sino también aquellos que no sepan de que se trata este concurso que los ayudará para ir preparandolo para la proxima convocatoria.


PRORROGA DE CIERRE HASTA EL 10 DE JULIO
"3er CONCURO RAYMUNDO GLEYZER"
¿CÓMO SE PRESENTAN LAS CARPETAS?
¿EN QUÉ INSTANCIA DEBO TENER MI PROYECTO?
¿CUÁL ES EL PREMIO?
Y TODO TIPO DE DUDAS QUE TENGAS...
La charla será dada por el Productor NICOLÁS BATLLE y la Coordinadora del Concurso Gleyzer ANTONELLA DENEGRI.

Kill David

A pocos días de su extraña muerte. Una de las dinastías actorales más prolíficas de Hollywood despide a uno de sus hijos más rebeldes. En este video le rinden homenaje Quentin Tarantino y Michael Madsen.

V I R A S O R O A F T E R D A R K


C I C L O D E C I N E

V I R A S O R O A F T E R D A R K

compositores clásicos cinemáticos

Todos los martes a la noche, Virasoro Bar se transforma en cineclub.

El ciclo Virasoro After Dark propone un recorrido por el cine clásico a través de reconocidos compositores de bandas sonoras.

Clásicos, joyas y rarezas del cine dentro la intimidad del bar para el placer de cinéfilos, melómanos y noctámbulos.

JUNIO

COMPOSITOR: FRANZ WAXMAN (Silesia, Polonia, 1906 - Los Angeles, USA, 1967)

Comenzó su carrera musicalizando films en Europa, pero en 1934 exilia a Estados Unidos y se radica en Hollywood donde comienza a trabajar para los grandes estudios. Paralelamente a su trabajo en la industria del cine, Waxman funda en 1947 el festival “Los Angeles International Music Festival” que dirige durante veinte años y en el cual se estrenan obras de compositores como Stravinsky, Vaughan Williams, Shostakovich y Schoenberg. A lo largo de su carrera Waxman recibió 12 nominaciones al Oscar, ganando 2 consecutivas por “Sunset Boulevard” y “A Place in the Sun”.

MARTES 2 - Fury (Fritz Lang c/ Spencer Tracy, 1936, 90 min.)

Primer film norteamericano de Fritz Lang. Una obra maestra, a pesar del forzado final que impuso el estudio y que el director logró resolver con suficiente audacia. Un hombre confundido con un criminal que es encerrado en la cárcel de un pueblo, conforma el puntapié inicial para un estudio extraordinario sobre el odio humano, la venganza y sus matices. Spencer Tracy en un inmenso papel, encuadres deslumbrantes y un guión inteligente que induce a tomar partido en lo que se está viendo.

MARTES 9 - Suspicion (Alfred Hitchcock c/ Cary Grant, 1941, 99 min.)

Como bien explícita su nombre, lo más ponderable de esta película es como logra mantener un permanente clima enrarecido y una constante duda acerca del ambigüo personaje de Cary Grant. Esta sensación general obtiene su culminación en la legendaria escena del vaso de leche. En la banda sonora Waxman elabora una interesante mutación en los gestos musicales que transitan de motivos melódicos algo frivolos en el comienzo, a pasajes oscuros y claustrofóbicos sobre la última parte del film.

MARTES 16 - Dr. Jekyll & Mr. Hyde (Victor Fleming c/ Spencer Tracy, 1941, 113 min.)

El clásico de Stevenson rodado íntegramente en estudios, con más fastuosidad de producción que horror en sí mismo. La música cobra un rol preponderante en la onírica escena que Jekyll ingiere su pócima por primera vez, donde el sonido ambiente es suprimido para dar paso a los arreglos sonoros de Waxman. El film es una remake exacta de una versión anterior realizada en 1931 por la Paramount, de la cual MGM compró los derechos y destruyó todas las copias a su alcance para prevenir posibles competencias de exhibición.

MARTES 23 - Dark Passage (Delmer Daves c/ Bogart-Bacall. 1947, 106 min.)

Aplicando un recurso altamente provocador que sacudía los cánones de filmación de la época, la trama de este film es narrada desde la mirada del protagonista a través de constantes planos subjetivos. Esto ocasiona que Bogart no aparezca en pantalla hasta después de una hora de película. Las tomas de San Francisco de los años 40 y los momentos de suspenso musicalizados por Waxman hacen de este film, con algunas falencias de guión aparte, un interesante estudio de cine negro.

MARTES 30 - Sunset Boulevard (Billy Wilder c/ William Holden, 1950, 110 min.)

Un clásico de clásicos, que sobresale en todos sus aspectos. Por primera vez un director se atrevió a proporcionar una mirada crítica de Hollywood. La visión personal de Wilder acerca de la meca del cine le valió tantos elogios como reproches. Una película mordaz y tétrica, con justas medidas de nostalgia y humor negro. Plagada de guiños cinematográficos, es también un homenaje al cine silente y sus antiguos realizadores. Desde los créditos de inicio hasta la emblemática escena final, la banda sonora de Waxman -sin duda uno de los mejores trabajos de su carrera- conforma un factor clave en la esencia del film.

MARTES - 21:30hs.

V I R A S O R O B A R

GUATEMALA 4328



Iraquí Short Films


MONO FILMS

presenta


IRAQI SHORT FILMS

de Mauro Andrizzi



Estreno comercial: Viernes 5 de Junio a las 22 hs. en Malba Funciones: viernes y sábados a las 22 hs.
Entrada general: $ 10.- Estudiantes y jubilados con acreditación $ 5.-



SALAS

Malba Cine: Av Figueroa Alcorta 3415


DURACIÓN

94 minutos


CALIFICACIÓN
SAM 16


Iraqi Short Films es una de las primeras grandes películas de la era youtube. Su recorrido internacional ha abarcado los más prestigiosos festivales y salas de cine del mundo, desde su estreno en el FIDMarsella, hasta su reciente paso por el BAFICI, estando también presente en el Museo Pompidou y en el MOMA de Nueva York.



www.iraqishortfilms.blogspot.com.ar


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