Festival de cine Cievyc 09

Festival de Mar del Plata: La mentira tiene patas cortas (y nariz larga)


Música en espera, 2009

Dirección: Hernán A. Goldfrid
Nacionalidad: Argentina
Intérpretes: Diego Peretti, Natalia Oreiro, Norma Aleandro

Ezequiel Font (Diego Peretti), dedicado a realizar música para películas, está buscando un leitmotiv para una escena y cree hallarla en la musiquita de interno de la central telefónica del banco. Paula (Natalia Oreiro), sub gerente del banco, está en los últimos días de embarazo. Su madre (Norma Aleandro) llega de España y aun no se anima a decirle que su novio se rajó desde “la noticia”. Mientras Ezequiel se escabulle entre los cubículos del banco buscando la melodía, las dos historias se unen. El pasa al papel de novio para que Paula pueda seguir con su secreto y a cambio lo deje buscar entre los internos.

Cuando un músico es el protagonista de una película, se debe dar una importancia suprema al sonido. Más aun si el músico en cuestión está en búsqueda de Una música. La película logra un leitmotiv constante que obliga al silbido ni bien se sale de la sala. El gran problema de sonido que tiene nuestro cine, aquí se supera inmensamente. Aunque sólo en una escena deja mucho que desear la dicción de Peretti: cuando están por besarse por primera vez, la música acompaña el momento pero el crescendo de la misma opaca el remate del personaje. Sin embargo, son sólo unas décimas en contra de un guión excelente con silencios y puteadas muy cuidados que no caen en un argentinismo falso o la repetición tediosa.
La sección del festival “A sala llena” fue un buen refugio para resguardar esta comedia romántica que representa al cine argentino que vale la pena ver.

Adrián Zorgno

Festival de Mar del Plata: Ben y Andrew hacen una porno (Día de miércoles)


Título original: Humpday

País: Estados Unidos

Año: 2009

Duración: 94’

Director: Lynn Shelton

Reparto: Mark Duplass, Alycia Delmore, Joshua Leonard

El catálogo del festival presenta a Humpday como una película que podría ser parte de “la factoría Apatow; como una posible secuela de Supercool (Superbad, Greg Mottola, 2007)”. Quien haya escrito la reseña seguramente quiso hacer interesante la película. Y lo consigue, al menos hasta que uno se enfrenta con ella.

Si bien es cierto que Apatow es partidario de la amistad entre los hombres, poco tienen en común sus protagonistas con los de Lynn Shelton. Después de un comienzo prometedor en el que Ben (Mark Duplass) y Andrew (Joshua Leonard) se reencuentran luego de muchos años sin verse y deciden hacer una película porno, la historia avanza sin sorpresas. Los personajes atraviesan situaciones tan predecibles como ellos, sin generar demasiadas expectativas en el espectador, que espera una comedia entretenida pero se encuentra con un reciclaje de clichés sin mucho sentido.

Quizás alguna “vuelta de tuerca” podría haberla salvado del naufragio, pero tendremos que quedarnos con la intriga. En Harmony y yo (Harmony and me, Bob Byington, 2009), otra de las películas proyectadas en el festival, un personaje le pregunta a otro si vio esas películas en las que llega un momento en el que a uno ya no importa lo que les sucede a los personajes. Humpday es una de esas películas.

M. Sol Salaberría.

Festival de Mar del Plata: La aventura del pendeviejo.



Sam tiene una banda, una vida despreocupada, sale con amigos, duerme y toma cerveza como la mayoría de los adolescentes que aún no saben qué hacer con su futuro. Lo que lo diferencia del resto, es que él tiene más de treinta años.

True Adolescents (Craig Johnson, 2009) es una película acerca del viaje que este hombre (interpretado por Mark Duplass) y dos verdaderos adolescentes (Breth Loehr y Carr Thompson) hacen para que Sam madure y sus acompañantes descubran la amistad y su propia sexualidad. Todo esto acompañado con el contacto de la naturaleza, que los pondrá a prueba.

Durante los primeros quince minutos el film parece que fuera a ser una típica comedia punk-rock. Los títulos iniciales, acompañados por la música de The Blakes, se acercan a un estilo entre el arte de Lichtenstein y la tipografía de los Sex Pistols. Pero por suerte, la película de Johnson no se estanca en una comedia en la cual un adulto rockero instruye sobre música a un par de chicos. No, eso ya se vio y el director lo sabe.

La temática punkie se va alejando a medida que los personajes se adentran más en ese bosque costero que transforma al film en una especie de Deliverance (John Boorman, 1972) teenager… o no tanto. Un encuentro con dos extraños (hippies) hará que los personajes se pierdan y entren en conflicto con la naturaleza. Casi como el encuentro de Lewis (Burt Reynolds) y cía. con los campiranos de turno. Un herido y una noche friolenta son algunos de los elementos aventureros que están presentes en la historia, pero sin olvidar que se trata de una comedia, y que el humor, en menor o mayor dosis, acompaña estos sucesos.

Al finalizar el viaje, y ya de regreso en la ciudad, el personaje de Ed (John Voight) en Deliverance prometía jamás volver a ese lugar. En el caso de True Adolescents, Sam también promete no volver, pero no volver a llevar una vida de adolescente. Sin embargo, mientras que a Ed el espectador le podía creer esa promesa debido a las nefastas situaciones vividas, a Sam, como buen adolescente, no se le puede creer del todo y la intromisión de un fundido a negro impide que se sepa si la cumple o no.

Nicolás Ponisio.

Festival de Mar del Plata: Familia en cautiverio

Título original: Dogtooth

Origen: Grecia

Año: 2009

Duración: 94’

Director: Yorgos Lanthimos

Reparto: Christos Sterngiolou, Michelle Valley, Aggeliki Papoulia.


Es normal que un padre quiera velar por la seguridad de su familia, pero ¿hasta dónde es capaz de llegar para conseguirlo?

En Dogtooth, un padre llega al extremo de mantener a sus tres hijos encerrados en su propia casa, sin ningún tipo de contacto con el exterior. A su vez, se ocupa de organizar extraños juegos y actividades para mantenerlos activos y menos pendientes de la situación que viven.

En cierta forma, no son sólo ellos los encerrados. Lanthimos también logra encerrar al espectador en este submundo claustrofóbico y, al mismo tiempo, regalarles a ambos ciertos momentos de respiro al permitirles salir al parque de la casa. Los planos al aire libre dan esa sensación de alivio que escasea dentro del hogar.

El mayor mérito del director, sin embargo, es el de mostrar la manera en que, a pesar de todo, estos adolescentes son arrastrados por la curiosidad y el deseo. El factor que desencadena el conflicto será Christina, una mujer que representa el contacto con lo que tantos años les fue prohibido. Sin necesidad de derribar las cuatro paredes que delimitan su mundo privado, conocerán el engaño, la violencia, el sexo, y hasta la corrupción. El mayor mérito de Lanthimos es demostrar que, muchas veces, el remedio puede ser peor que la enfermedad.

M. Sol Salaberría.

Festival de Mar del Plata: UNA FAMILIA MUY (A)NORMAL


Dirección: Felix van Groeningen
Nacionalidad: Bélgica / Francia
Intérpretes: Kenneth Vanbaeden, Valentijn Dhaenens

Dicen que todas las familias se parecen; ésta no. Los Strobbe son una familia de fracasos. Cuatro hermanos afectos a la bebida. Una hermana golpeada por su marido. Un padre alcohólico. Una madre que intenta llevar lo mejor que puede la familia. Y el protagonista, un hijo no deseado por su madre, error de uno de los hermanos de la familia, que a pesar de sus escasos trece años, poco se distingue de sus tíos.
La historia es un vaivén entre la adolescencia y adultez de Gunther, el sobrino de la familia. La única oveja blanca, cuyas pasiones, que van más allá del sexo y el alcohol, mueven los hilos del resto de los miembros de su arcaica familia. Aún así son un clan muy unido y quién quiera cambiar debe irse, por eso el protagonista deberá abandonar el ámbito familiar para progresar.

Pero el destino y el apellido no dejarán en paz a Gunther y cometerá los mismos errores de su padre: un hijo no deseado y un fracaso constante. Cuando consigue superar su fracaso admite en su relato: (hablando de su hijo) “Trato de ser un buen tío para él”. Porque nunca tuvo una figura paterna sino un tío o un hermano mayor, ya que su abuela hizo las partes de madre y padre para él.

Una película sobre las familias, tomar decisiones y madurar. De cómo la vida nos juega una mala pasada haciendo de la adolescencia la edad de las decisiones que repercutirán en el futuro, cuando no se tiene aún la conciencia suficiente como para saber cuál tomar.

Adrián Zorgno

Festival de Mar del Plata: El perseguidor


El perseguidor. De Victor Cruz, con Marita Ballesteros, Alejo Mango y Alejandro Lifschitz. Argentina. 85´

El perseguidor es una película con un montón de buenas ideas e intenciones que, por alguna razón, tiene algo de fallido. Parecería que a pesar de sus buenos recursos la película nunca lograra trasponer el velo de irrealidad propio de toda ficción.

Hay dos historias que se mezclan. Una es ordinaria: el conflicto de una pareja madura. La otra es extra-ordinaria: un hombre filma todo lo que hace esta pareja sin razón aparente y ellos terminan asesinándolo. Lo interesante de la película es que en lugar de dejarse seducir por la historia extraordinaria, la usa para contar el conflicto más cotidiano.

Tampoco tiene miedo de abrir subtramas que quedan irresueltas: no sabremos quién es el amante de Lola (Marita Ballesteros), la hija de ambos habla de una casa que será muy grande para ella y su propia hija, esbozando un conflicto del que tampoco sabremos nada. Este recurso le da aire a la película y la hace parecer más grande, más instalada en el mundo real, evitando regodearse en lo pequeño de su producción.

A excepción de la sobreestetizada escena en la que Lola concreta su infidelidad, el director elude ponerse delante del conflicto. La puesta en escena del punto de vista omnisciente no es totalmente distinta a la del punto de vista del perseguidor y su cámara. Entendemos que hay un cambio de estilo, pero no se lo sobreactúa. La cámara omnisciente también se mueve, tampoco utiliza el encuadre más cómodo, también parece estar espiando. Esta transición poco acentuada permite que la historia avance sin que nos distraigamos en admirar el cambio de estilo.

Así se recibe sin estridencias el giro hacia el cine de género del final, con la utilización del fuera de campo y el juego con la luz y la oscuridad. Queda la sensación de que todo esto podría dar lugar a una gran película que no es esta.

Sensación apoyada por la humildad, honestidad e inteligencia con que Víctor Cruz respondió las preguntas luego de la proyección.

Ignacio Izaguirre

Festival de Mar del Plata: DE CÓMO ME GANÉ UNA CICATRIZ EN EL PARIETAL IZQUIERDO… O LA NOSTALGIA DE NO HABER VISTO NUNCA UNA DE MIS PELICULAS FAVORITA


Sed de mal (Touch of evil, 1958)

Director: Orson Welles
Nacionalidad: Estados Unidos
Intérpretes: Orson Welles, Charlton Heston, Janet Leigh.

Entré para revolver libros viejos. Quedé impactado con la cantidad de papel impreso que iba del piso al cielo raso. Al final de ese traveling horizontal lo vi. Mis sensaciones pasaron de impacto a proféticas, reveladas. En el último estante me miraba. Un juguete de la infancia donado por error. Un cáliz perdido. Yo lo disfrutaba en mp3, creía que lo conocía. Pero allí estaba. Como testamento de que mis oídos me engañaban. Manipulado, digitalizado, mal parido. Me miraba y me condenaba. Sólo atiné a decir “me lo llevo”. “¿Cuál?” preguntó la anciana. Y señalándolo como un desafío dije: “el vinilo de Creedence Clearwater Revival, Cosmos factory”.
Días antes, al leer la programación del Festival, una revelación similar se hizo presente delante de mis narices: Sed de mal de Orson Welles. Mientras, en soliloquio, decía “ya la vi, ya la conozco”, un Welles de 150 kilos me golpeó con su bastón. Desde ese día, una pavloviana cicatriz me recuerda que hasta no ver en pantalla grande el perfecto traveling con el que inicia esta película, he visto poco. O tal vez nada. Verlo en 29” en el sillón de casa un domingo a la tarde, no me da derecho a decir “ya la vi, ya la conozco”.

Una bomba es plantada. Una explosión florece. Un detective (Quinlan/Welles) pone evidencia falsa. Un fiscal lo persigue. Todo pasa en la frontera EEUU/México. Esta dualidad será representativa en la trama, en la cámara y en Welles. La civilización y la barbarie se distinguen geográficamente, pero sus personajes son inversos. El detective Quinlan representa a la civilización, la modernidad, la ley establecida, pero como personaje representa la barbarie, lo deforme, lo no-definido. México no tiene reglas, la mafia domina el territorio salvaje. Pero el esbelto Vargas (Heston) es un representante honesto y prolijo. Sed de mal es un ying-yang. México es negro, pero tiene su punto blanco: Vargas. EEUU es blanco, pero tiene su punto negro: Quinlan. Un ángel del infierno contra un demonio del cielo.

Todo lo que construye el director con la cámara, lo destruye como actor. Los posicionamientos perfectos y manieristas, poéticos, son destruidos con la mala ortografía que representa Quinlan en pantalla. Gordo, deforme, viscoso. Las tinieblas por las que se mueve la película están llenas de barroquismo. Aun donde puede verse poco por la acumulación de objetos, se lo ve todo. La dualidad wellesiana fluye en cada fotograma que filmó, pero acá cita a su primera obra maestra. El bastón (cane, en inglés) remite a Citizen Kane. En el bastón que Quinlan olvida en la escena del crimen y vaticina su caída reside la habilidad de Welles como director. Este monstruo cinematográfico jamás olvida su bastón. La autoría, evidente ya en su primera película, es el apoyo donde residió toda su obra futura. De olvidarse el bastón en una de sus películas, de dejarlo todo en ellas, yo no habría podido haber visto hoy Sed de mal. Y, aunque tarde, me siento orgulloso de poder reconocer esta obra. Porque si hoy se proyectó en el ciclo “Omisiones de la Academia”, significa que en su momento no todos pudieron reconocerla.

Adrián Zorgno.

Festival de Mar del Plata: Why does my soul feel so bad?

Hace cinco años, el guionista Charlie Kaufman y el director Michel Gondry se unían para crear la posibilidad de hacer desaparecer los recuerdos dolorosos en Eternal Sunshine of the Spotless Mind a través de la ciencia médica y la tecnología. Esa máquina a la cual ingresaba Joel Barish (Jim Carrey) para olvidar a Clementine (Kate Winslet) evolucionó. De semejarse a un secador de pelo de peluquería pasó a convertirse en una resonancia magnética para que las personas puedan quitarse, literalmente, el alma. El conejillo de indias esta vez es Paul Giamatti interpretándose a si mismo en Cold Souls (Sophie Barthes, 2009).

La originalidad fìlmica y de guión que estaba constantemente en el film de Gondry, no se hace presente en esta película. La historia de Barthes entretiene y posee momentos muy divertidos (siempre gracias a la actuación de Giamatti) pero el espectador que haya visto Eternal Sunshine… no puede dejar de pensar en las similitudes que tienen ambos films.

Barthes no sólo trabaja con una invención futurista que aliviana la angustia y el dolor sino que también plantea la idea de no poder vivir sin sufrimiento. Resalta que con la ausencia de recuerdos… perdón, del alma, el dolor es aún mayor. Y que sin ese sentimiento característico del ser humano, no son frías las almas, sino las personas.

Nicolás Ponisio.

Festival de Mar del Plata:Tiempo de reírse para resistir


Título original: The Time That Remains

País: Francia / Bélgica / Italia / Reino Unido

Año: 2009

Duración: 90´

Director: Elia Suleiman

Reparto: Elia Suleiman, Saleh Bakri, Samar Qudha Tanus

Time That Remains está impregnada de una energía visual constante. Cada encuadre crea un espacio compuesto por la intensidad plástica que sostiene, con un nivel de representación inquebrantable, que sorprende por su delicadeza. La fotografía retrata la fidelidad de una intención premeditada. Los planos de estructura arquitectónica mantienen una belleza inmutable, indicio de la búsqueda del director. No en vano tardó 7 años en filmarla, luego de Intervención Divina, su anterior largo de ficción, que rodea la misma temática.

Tres estados sucesivos se presentan a partir de la rendición árabe ante el ejército Israelita en 1948: La lucha, la resignación, el desconcierto. La vida de los palestinos es unconflicto permanente por no pertenecer más a su propia tierra y ser perseguidos por su condición étnica. Nazareth está envuelto en el forzado exilio de muchos, en la eterna lucha de los que prefieren quedarse. El protagonista intentará abolir las condiciones pautadas por el enemigo, luchando por su identidad y la de su pueblo. Pero solo logra convertirse en perseguido, y esto lo alejará de la resistencia. Su vida la entregará a cuidar a su familia, a sus vecinos, a pescar, tal como su esposa se dedica a la gran tarea epistolar de comunicarse con los parientes exiliados, que no volverá a ver. Quedan dudas si la confección de armas para la resistencia no sigue siendo su profesión oculta, como en los viejos tiempos, y pescar sea solo un acto para enmascarar la entrega de las mismas. Pero claro, esta es la visión de su hijo y director de la película Elia Suleiman, que deja la incógnita abierta porque quizás para él también lo sea. Su niñez, dentro del film, representará el estado de abulia de la nueva generación, nacida bajo leyes ajenas, anestesiada por la terrible locura de un muro separatista. Fuera de la ficción filma The Time That Remains, para representar la lucha de su padre, la resignación de su pueblo entregado a los Israelíes, y su desconcierto ante la estupidez de una realidad inevitable. Fuera de la ficción intenta hacer lo que dentro de ella no puede, desde la acidez de una mirada cansada de tanto mirar y no poder hacer nada.

Elia Suleiman, dibuja su vida en cada plano, con el objetivo de explicar lo ridículo y salvaje de un suceso que sigue existiendo en forma de muro. Pone la cámara distanciándose de los hechos, para así reflejarlos de un punto de vista objetivo, exhibiendo el capricho de una guerra sin sentido. Pero hacia el final, cuando él mismo aparece en escena, se torna más subjetiva, para mostrar su intención, para descubrir su secreto. Se nota la ira contenida en su mirada, con ganas de retomar la lucha de su padre. También su reacción nostálgica al ver su madre, vieja y triste, ignorando los fuegos artificiales de una navidad separada en mil partes. Se descubre en su actuar la necesidad de hacer algo con lo vivido, llevándolo a cabo en esta película. Así pasa a formar parte de la resistencia, como su padre, en el tiempo que queda.

Soledad Bianchi

Festival de Mar del Plata: CREER O REVENTAR (O SER REVENTADO)


Accident (Accidente, 2009)

Director: Cheang Pou-Soi
Nacionalidad: China
Intérpretes: Louis Koo, Richie Ren

La mano productora de Johnny To se identifica al instante. En cada escena de acción se ve su sello. Aunque Pou-Soi da un sentido más profundo en su realización. En Accident se identifica a un grupo de asesinos que no van directo hacia su víctima, sino que se las ingenian para todo “parezca un accidente”. Destino final, morite de envidia. Profesionales y reservados como nuestros Simuladores, todo marcha según los planes hasta que un “accidente” mata a uno de sus miembros. El que esperaba una película de constante acción desenfrenada, saldrá defraudado porque desde este punto la atmosfera será reflexiva y vigilante.

Accident es, entre otras cosas, una metáfora sobre la necesidad humana de explicarlo todo. Brain, el cerebro del grupo, no puede creer en la casualidad. Él está al servicio de ella. Es un científico, cree sólo en las causas. El director responde al positivismo de nuestra era, esa creencia de que debemos conocerlo todo. Algunos buscan la religión, otros la ciencia. Unos incluso mezclan ambas. Siempre buscando dormir mejor, aliviando la angustia de no-saber. Brain no buscará los motivos por los cuales se enamoró. Pero ante la adversidad, necesita saber qué fue lo que paso. Y, cuando toda explicación falla, sólo queda la locura o una mano en la espalda seguida de “y bueno, son cosas que pasan”. Creer o ser atropellado.

Adrián Zorgno

Festival de Mar del Plata: Be King Go, el alma de la verdadera ruta


Título original: Vikingo

País: Argentina

Año: 2009

Duración: 90´

Director: José Celestino Campusano

Reparto: Rubén Orlando Beltrán, Armando Galvalisi

Motocicletas de inventiva propia, armadas conceptualmente, en busca de su esencia. Indiscutibles choppers, auténticos triciclos. Nada de Harley Davidson, ni copias estilizadas. Motociclistas del conurbano, impregnados con el polvo de la ruta, con manos obsesivas por la mecánica, exentos de la imagen inmaculada de un motoquero citadino. Camperas de cuero raídas, símbolo de pertenencia a un ideal motorizado, más que a un síndrome de moda o esteriotipo. Los verdaderos códigos, sujetos a un principio compartido, con reglas implícitas. Sin marcas, ni modelos, ni nombres ridículos, con estilo propio, característico de una misma sintonía. Vikingo es un representante puro de un mundo tangible por su representación fiel.

José Campusano, en su segundo largo de ficción, lleva al éxtasis su cine bruto. Dentro de la competencia internacional del Festival de Mar del Plata, su reformadora actitud al concebir una historia, lo instala como candidato implacable. Plena satisfacción de imágenes que gritan un rock imposible de ignorar. Con Vil Romance, presentada el año pasado en este mismo festival, logró llamar la atención y, quizás, molestar a los más retrógrados. Con Vikingo, satisface la coherencia de un nuevo cine, basado en la manifestación de la forma pura. Las imágenes transcurren con un cuidado inadvertido. La conjunción de todos los elementos crea un espacio ausente de disfraces, la crudeza de la realidad convertida en fotograma. Con un cuidadoso tratamiento, el sonido destaca los planos sonoros, conjugados a la perfección con las imágenes. El relato cuenta con la certeza de narrar sin digresiones una ficción basada en documentar hechos reales. Las elipsis y los fuera de campo, están impuestos hábilmente para evitar roces con lo sentimental. La estética fría de los flashback acrecienta el misterio.

Mientras tanto, la sub-trama expone las consecuencias de la marginalidad, del progresivo resquebrajamiento de la sociedad. El paco anda suelto, al igual que su fiel compañero, las armas de fuego. Las etapas de su avance son presentadas por los distintos estadios de sus víctimas. El dealer, con los medios suficientes para su distribución. El que vende en el barrio, un paquero ausente ya de cualquier tipo de códigos. El sobrino de Vikingo, que duda hasta quedar envuelto en la adicción, entrega su destino a la tragedia final. El niño nuevo, que no se anima a disparar, pero pega una patada de iniciación nada prometedora. Lo desgarrador de una actualidad, opuesta a la representación televisiva habitual. Vikingo, con una imagen fuerte, se muestra paralizado por la situación que lo rodea, impotente ante los efectos despiadados que se presentan en los chicos. Esclaviza a sus hijos, con métodos violentos, para salvarlos de ese y cualquier otro mal que sea su consecuencia. Aguirre, a quien Vikingo le ofrece su vivienda luego de ver su motocicleta y entenderlo como partícipe de sus principios, es la simetría donde se vislumbra una reflexión más sutil sobre otras drogas. Haciendo hincapié en la abolición de códigos implícitos bajo su efecto, los fallidos de Aguirre pueden ser relacionados al uso de LSD, marihuana y cocaína, sin instancias evidentes ni educadoras, pero con deducciones asociables. La cerveza y el vino, en cambio, pertenecen al grupo de excesos permitidos. Combustibles que hacen festivas sus vidas, concepción de un régimen fundamentado en premisas metaleras. Con estos indicios, se logra captar la veracidad de los hechos, sin golpes bajos ni consignas aleccionadoras. Solo con el objetivo de expresar una circunstancia existente, un hilo destructor que atraviesa a cualquier comunidad, hasta la más fuerte.

El rey de los códigos, con su casco vikingo, representa el respeto y la integridad, con sus valores apuntados a salvaguardar la vida de su familia, la propia y la de sus hermanos motociclistas. Aguirre, en su descarrilamiento, con la misma pasión por las rutas, pero con los molestos recuerdos interfiriendo su andar. La motocicleta es un símbolo de unión, de fraternidad. El rockabilly, el rock and roll, el metal, la música y los fierros, las camperas, los tatuajes y lo sucio y real de los márgenes de la ciudad. Vikingo, es una explosión de emociones constantes, signadas por la autenticidad, en una nueva frecuencia. Cine de ficción por ser una representación, pero tiene también la certeza de retratar una hecho real desde su misma esencia. Se siente una película madurada por la propia lealtad a su noción. Un nuevo aire, plagado de emociones fuertes, vivencias originales, cubierto de poesía salvaje, feroz, verdadera. Sin intenciones de más, con la sola premisa de llevar a cabo un “Cine bruto”, Campusano, con su arte, crea una innovadora vertiente, otro camino más explícito y cautivador. La nueva ola del cine nacional es un pequeño mundo a pura máquina. Enciendan sus motores y a rodar por esta ruta de gratificantes aventuras.

Soledad Bianchi

Festival de Mar del Plata: Here


Here (Aquí, 2009)
Director: Ho Tzu Nyen
Nacionalidad: Singapur / Canadá
Intérpretes: John Low, Jo Tan

La posibilidad de catarsis en el cine logra que salgamos satisfechos de la sala. Ni empachados con el cinturón aflojado, ni deseosos de llenar el vacío en la heladería de a la vuelta. Esa catarsis es empleada en esta película para sanar.

Here es un documental filmado en el neuropsiquiátrico Island, donde se usa un método experimental para tratar pacientes esquizofrénicos, violentos y en estado de pánico. El método consiste en filmar al paciente mientras revive la escena en la que pierde su sentido común y lo llevó a estar internado. Por lo que está aquí y no allá. Luego se edita delante del paciente y se proyecta con el resto de los internados para que viva la experiencia de ser visto, ser actor y negar ese pasado. Al verse en la pantalla grande, se vuelve ficción, no realidad.

Zhiyuan asesinó a su esposa sin saber por qué y es seleccionado para la “videocura”. El director pasea por las historias de cada internado, sobre todo las que hacen referencia al encierro y la cotidianeidad. No sólo en la vida sino también en el cine, al representar cortos del cine mudo como El regador regado y El gran bocado. Así, Here se convierte en un gran deja vu donde hay opción. No hay cura posible. Hay que vivir lo que está escrito en la hoja del destino de cada uno. No se puede evitar vestir la camisa verde y asesinar a la esposa. Nos seleccionaron. Los dioses han tirado los dados.

Adryan Zorgno

Festival de Mar del Plata: The Horribly Slow Murderer with the Extremely Inefficient Weapon.


Título original: The Horribly Slow Murderer with the Extremely Inefficient Weapon.

País: EEUU

Año: 2008

Duración: 10´

Director: Richard Gale

Reparto: Paul Clemens, Michael James Casey, Fay Kato

Gloriosa parodia en forma de falso trailer de película de terror, en la que un asesino fantástico y tenebroso persigue a su víctima durante años golpeándola con una cuchara hasta matarlo. La elección del formato trailer evita las dilaciones narrativas que sólo disminuirían la eficacia de los geniales gags en nombre de un supuesto purismo clásico. Richard Gale sabe cuando exagerar la parodia y cuando contenerla para que no decaigan el ritmo y la excitación. Quizás la única excepción sea la predecible escena de la ducha a lo Psicosis. Mención aparte - y Oscar honorario o algo al menos - para las contorsiones del asesino mientras golpea con su ineficiente aunque eficaz arma.

Se pasa con Nightmares in White, Red & Blue (Andrew Monument. 96´), documental sobre el cine de terror norteamericano en el que se puede ver a Carpenter diciendo que existe el miedo al mal en el Otro y el miedo al mal en uno mismo, siendo éste último más difícil de contar; escuchar a Roger Corman hablando con inteligencia mientras sentimos que podría matarnos con una cuchara sin modificar su sonrisa; y aprender que el cine de terror compite con la terrible realidad, y que el contexto sociológico influye en el contenido de las películas.

Ignacio Izaguirre