Festival de cine Cievyc 09: Te ví


Te ví, de Cecilia Balbi, con Romina Santoni, Juan Corti, 8´15´´, 2º año, 2009

Te ví, estudiabas contaduría sobre un mantel

El corto se entiende. El relato induce a los sueños, para luego regresar a la realidad, o a la búsqueda de ese sueño en la realidad. No se le puede reprochar nada a la puesta en escena, que trabaja estimulada por el arte, que se mantiene solemne ante la historia. Su destreza se reduce a implantar los planos necesarios, para que se soporte la propuesta. Si bien no sobresale, tampoco importuna gracias a su representación austera y medida. La utilización de los recursos no es lo que aturde, sino la historia, que se vuelve vacía, cursi y molesta. Sin lugar a dudas en Te ví, el contenido es más importante que la forma.

Una joven se queda dormida estudiando. Sueña con un príncipe, que le regala una rosa, que la invita a bailar en una plaza. Se despierta y su impulso la lleva a recorrer el camino transitado en el sueño, exactamente el mismo camino, hasta con la misma luz. Si bien hay cambios en la puesta de cámara, estos carecen de fines narrativos. En la contrapartida de la realidad se intentan dos momentos intensos. Primero, en una larga vereda cubierta en su lateral por arbustos, donde antes conoció al príncipe, ahora se choca con un ser insignificante vestido de humano. Luego, un mimo, fotograma paradigma del corto, le entrega aquella rosa. Parece el príncipe, pero no, es solo un mimo. Después del angustiante retraso del encuentro con su amor azul que ya parece imposible y lejano, inesperadamente aparece un joven con cara de príncipe y la invita a bailar. No es otro que el mismísimo enviado de los sueños, pero vestido como un mortal. Terminan bailando, otra vez con besos incluidos. Final feliz.

Cecilia Balbi, directora y guionista de este corto, no tuvo tiempo para desarrollar una historia original e interesante. Se limitó quizás a la fantasía de tener una aventura amorosa de otra época. Filma de acuerdo a las circunstancias planteadas, que la limitan a desarrollar plenamente su arte. Solo resta felicitar a los actores, por animarse a bailar un intento de vals en una plaza pública, vestidos ni más ni menos que de príncipe y princesa, y también de humanos, que no es poca cosa.

Soledad Bianchi

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