Festival de cine Cievyc 09: Alto detalle


Todo es consumido, todo se consume

Alto detalle, de Helmuth Bohle, con Tomás Scillama, Lucía Nemeth, 6´03´´, 2º año 2009

La ciudad crece en intensidad, se vuelve más veloz ante el paso del tiempo. La pureza, reflejada por la desnudez, peligra por unas manos que se enturbian ante el despertar sigiloso. En el bosque, el carácter humano evoluciona según la niñez, la juventud y la vejez. Carriles de una autopista, que parece seguir trepando hasta el infinito, interfieren esta aparente pasividad. En la ciudad, el estado de percepción cambia. La evasión que permiten los auriculares no alcanza para defenderse del bullicio visual. Un montaje repetitivo, que compone un video clip de imágenes parpadeantes, describe el entorno señalando íconos que representan un malestar cotidiano pero invisibles ante el hábito. Autos importados, casinos, multinacionales, oficinas seriadas, antenas de celular, policía, alcantarillas, cabarets y revistas que muestran una perfección artificial, destellan en pantalla, implantando una esquizofrenia contagiosa.

La contaminación de esos detalles sin importancia de la ciudad, ciega a quien la transita. El mal viaje del personaje, con quien el espectador se identifica por la propia mirada, es logrado gracias a la variación de la cadencia y la profundidad de campo. Luego, varios televisores reflejan lo que sin permiso se introduce en la mente del personaje/espectador. El aparato maligno aparece, y él mismo multiplicado es el que proyecta las imágenes que implanta la ciudad, de consumo y alerta, de no reflexión. El escenario cambia a un niño de traje. El encuadre contrapicado lo hace poderoso frente a una maqueta, que representa la zona más peligrosa de la ciudad en cuanto consumo, ultimando la idea del progresivo resquebrajamiento de las formas, del inevitable avance hacia las jerarquías cada vez más desproporcionadas. Un cigarrillo se consume, y con él, todos.

La cámara representa un lugar cotidiano para los citadinos, pero desde un costado perceptivo, usa recursos funcionales a la trama y se acentúa el ritmo con la manipulación abismal del montaje. Variación de cadencia, stop motion animación, steady cam, diferentes escenarios y formas… todo en función de un relato que se construye con un objetivo nada pretencioso. Acaso, ¿quién no se sintió absorbido por una ciudad cubierta de destellos manipuladores, que arrasan con las sensaciones e impulsan al consumo? Massive Attack conduce musicalmente este camino tan frío y distante, como dinámico al crear ambientes, pero sobre todo, funcional en actitud.

Soledad Bianchi

(Alumna de 2º año de la carrera de Periodismo y crítica)

1 comentarios:

Anónimo dijo...

gracias Soledad, lectura perfecta.
Helmuth