Modelo vivo, de Lucila Frank, con Bernardo Kehoe y Marta Billordo, 15´, 3º año 2009
Modelo vivo, pintor ¿vivo?
“Un cuadro debe ser pintado con el mismo sentimiento con que un criminal comete un crimen.”
Edgar Degas
Lo primero que se oye en Modelo vivo son gritos y llantos, una mujer suplicando no ser torturada, quizás la madre de la modelo. En el siguiente plano vemos a un hombre, quizás el torturador, regando sus plantas y cortando tela, quizás el hilo del relato. El agua que usa no se destina al verde esperanza de las hojas sino a sus errores y pecados, quedando limpio y puro. Todo el corto es en blanco y negro, quizás para mostrar la relación entre el pasado y el presente o porque a la directora se le ocurrió que así era más simple. Un primer plano a una pastilla disolviéndose -al igual que en Taxi Driver-, nos abstrae completamente, distrayéndonos del relato hasta que llega la modelo al departamento del “torturador”, para ser retratada por él. Un plano a su bolso llama la atención por el ruido de un reloj despertador… pero no es esto lo que lleva dentro sino un arma con la que piensa matar al pintor, es decir, al supuesto torturador de su madre.
El pintor hace desnudar a su modelo para poder apreciarla. Ella se desviste por completo, abriéndose a que el artista haga lo que tenga que hacer. De la misma forma en que la picana picaba, el pincel pinta. Ella desnuda, se presta a ser torturada con el pincel. Pero esto no le hace olvidar lo que él hizo con su madre y el propósito con el que fue al departamento. Mientras se ve la cara de indecisión de la modelo por matarlo o no, el pintor la va retratando. Ambos toman vino, la sangre de Cristo, en una especie de celebración religiosa en la que se liberan de pecados. Celebración en la que él muestra cómo la pintura reemplazó a la sangre y en la que llama a sus víctimas, modelos. Luego el pintor empieza a besarla y ella parece disfrutarlo. Pero en cuanto él se pone sus guantes blancos, ella trae a su mente la tortura y a su madre sufriendo. Varios planos al bolso nos van inquietando, los sonidos del reloj despertador nos enloquecen. Hasta que la modelo recoge el arma de su bolso y gatilla, quizás matándolo.
Luciano J Díaz.
(Alumno de 1º año de la carrera de Crítica y Periodismo)
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