Cobertura del BAFICI 2009: Entrevista a las directoras de Hit


“Si el tipo te contesta lo mismo que a todo el mundo es porque vos le estás preguntando lo mismo que todo el mundo”



En 1992 la película argentina Un lugar en el mundo fue seleccionada (y luego descalificada) para competir por el Oscar a la mejor película extranjera representando a Uruguay. Diecisiete años después nos tomamos la revancha publicando esta entrevista a Claudia Abend y Adriana Loeff, directoras de la uruguaya Hit, en esta cobertura dedicada exclusivamente a películas argentinas.

IG: La primera sensación que tuve viendo la película es que, de la misma forma que los músicos dicen que a veces las canciones empiezan a “caminar solas”, la película empieza a caminar sola en un momento. Como que la motivación inicial parece quedar en el camino. ¿Es así?

Claudia Abend.: Quizás la sensación que puede quedar es que nosotras queríamos llegar a una conclusión de qué tiene que tener una canción para ser un hit, porque así arranca y así cierra la película, con esa pregunta que nadie sabe responder y que termina siendo una especie de absurdo, de burla hacia nosotras mismas. Quedamos un poco como unas boludas preguntando semejante cosa, lo preguntamos de una manera muy pomposa. En realidad no partimos con la motivación de qué tiene que tener un hit. Partimos de las ganas de contar historias, teníamos muchas ganas de hacer una película, nos gusta mucho el documental y nos sentamos a pensar ideas.

IG: Para mi la película termina funcionando como una película de ficción, en el sentido de que te emocionás y te metés en las historias, no estás recibiendo información.

C.A.: Sí, clarísimo. Eso era uno de los principales objetivos y una de las cosas que teníamos bien conciente y bien pensada entre las dos. Muchas veces se asocia el documental con otro tipo de película, con una más informativa, más dura, más fría o más distante. Lo que se ve en la pantalla no es necesariamente la realidad pura y dura, es nuestra forma de ver la realidad, nuestra lectura de qué les pasa a esas personas, incluso nuestra lectura de cuál fue su historia y cuáles son sus sentimientos.

IG: Un gran logro de la película es que no se ponen a recibir información de los entrevistados sino como que están espiándolos, como que se ponen mucho más del lado del público que del entrevistado. Nada que ver con esas entrevistas en las que parece que se adora al entrevistado que viene a bajar información.

Adriana Loeff.: Es que no son entrevistas que se pueden concebir periodísticamente, que uno vaya a tratar de conseguir algo. Son tipos que están muy acostumbrados a hablar con la prensa, son híper entrevistados, siempre responden lo mismo, ponen play y repiten la misma historia.

C.A. Lo que nosotras teníamos pensado era plantarme frente a la persona y que me importe un huevo si quedo como una tarada. Nos parecía mucho más valioso eso que demostrarles cuánto habíamos investigado sobre ellos antes.

IG: Eso que decís se ve en la que creo que es la primera imagen de la película, cuando, vos le advertís a Jaime Roos que la pregunta puede ser ridícula y él dice “preguntame lo que quieras”, cancherea un poco y le sale mal. Hay varios momentos en los que parece que están en el borde de burlarse o de un estilo un poco CQC, de dejarlo ridiculizado al otro, pero que no llega a pasar. Creo que pasa lo mismo con los Fatorusso cuando ellos dicen que no quieren que los entrevisten más sobre esa canción y ahí cortan y aparece el “meses después…” presentando la reunificación del grupo… Pero ahí, cuando vuelven al bar y a la pregunta sobre si es más importante lo comercial o lo artístico después de haberlos mostrado reunificándose, es como que los rescatan, ellos ya no aparecen traicionándose porque avisaron.

C.A.: Dicen “no seas mala…” y se matan de la risa. Pero nosotros no nos estamos burlando para nada.

A.L.: A mi me parece que con ese tipo de cosas, y debe pasar lo mismo en Argentina y en cualquier lugar, pasa que esas personas son muy endiosadas y muy intocables. Acá no hubo intención de proteger a nadie, hubo intención de hablar mano a mano, no endiosarlos, no protegerlos y mostrar las cosas como las veíamos. Pero sí estuvo muy cuidado lo que se proyectaba y te voy a dar un ejemplo puntual: Uno de los músicos entrevistados es Aníbal Zampallo. Nosotras fuimos a hablar con él y tenía Alzheimer, nosotras sabíamos que estaba viejito pero no de la enfermedad. Toda la entrevista estuvimos tratando de hacerle preguntas y que el tipo nos contestara y se nos iba para cualquier lado. Cuando hicimos el visionado de esa entrevista tuvimos un gran dilema ético porque pensábamos ¿qué mostramos de él? Tratamos de editarlo de manera que parezca que contesta lo que preguntamos, lo dejamos así pero queda un poco ridículo y hasta burlón… Fue todo un dilema.

C.A.: La historia que más nos costó montar fue la de él. Si vos ponés en la pantalla un tipo contestando cualquier cosa a una pregunta la gente indefectiblemente se ríe, y no era para nada nuestra intención. En general estuvimos bastante de acuerdo en cuál era la visión que nos parecía la más honesta y la más respetuosa. No somos Michael Moore: no íbamos a ir a atacar al tipo, a mostrar “mirá que tarado como dice que la canción no le gusta y después por guita lo hace.”

IG. En cada entrevista aparece un momento en el que amagan con ir más allá. Como en el de los Fatorusso este momento que decíamos, o en la de Zampallo está a punto de ser patético cuando dicen lo del Alzheimer pero no cae en eso. En la de Buscaglia aparece un intertítulo diciendo que después de la entrevista se le diagnosticó cáncer. Supongo que ahí apareció otro dilema ético.

C.A.: Sí, ahí tuvimos un problema porque Buscaglia falleció durante el proceso de montaje. Nosotras tuvimos un día de rodaje con él pero el día que nos enteramos que murió para mi era como si se hubiera muerto mi tío. Uno empieza a convivir con esos personajes en la isla de edición todos los días y te encariñás como si los conocieras y para él nosotras no éramos nada, unas chicas que estaban haciendo una película y que nos vio dos veces en la vida.

A.L.: Con Buscaglia nos pasó esto bastante trágico de enterarnos en el medio del proceso que el tipo estaba muy enfermo y eventualmente falleció. Pero también pasó que era muy pertinente a la historia que estábamos contando. Justo ese capítulo de la canción de Eduardo Mateo se trata sobre la ingratitud hacia los artistas en vida, como no les dan bola, Mateo terminó muriendo solo tirado en la calle y nadie le dio pelota. Se murió y es el ídolo de todos, todos lo admiran, lo consideran un genio. En esa parte hablamos sobre la ingratitud en vida y Buscaglia nos dice la frase que tomamos como nombre del capítulo, esa de “que sponsor la muerte”. Como una ironía del destino es similar a lo que le pasó inmediatamente a él mismo.

IG: Creo que hay una sensación durante toda la película que en la entrevista al Canario Luna llega a su máxima expresión. Las respuestas de él no son las respuestas, sino que todo lo que pasa alrededor son las verdaderas respuestas. Eso es algo que en mayor o menor medida se siente todo el tiempo. Supongo que el momento de la entrevista con él fue dificilísimo.

C.A.: En nuestros roles éramos bastante sustituibles la una por la otra. Teníamos que estar las dos pero nos dividimos: el rodaje con tal músico es tuyo y con tal otro es mío. La del Canario Luna, que era mía, fue la única que, después de no sé cuanto tiempo que pareció eterno, yo la miré a Adriana para que cambiemos porque yo sentía que no podía: “-¿Cuándo te empezó a gustar cantar? -No me gusta cantar”. Se quedaba callado mirándote fijo. Me dejaba helada, me sacó del esquema. Estábamos preparadas para buscar todo lo que pasa alrededor: que el perro que camina, que el nieto está sentado, que la señora se mete, todo eso era parte de la intención. Pero un tipo que se quedaba ahí sentado y todo era “no” y no decía nada, para eso no estábamos preparadas.

IG: ¿Cuándo descubrieron que ahí sí había algo?

A.L.: Fue al empezar a pensar qué queríamos contar de esta historia. A medida que hablábamos veíamos cuál era la historia que queríamos mostrar. Viendo esa entrevista y pensando que en esa historia surgió esta definición que hace Jaime Roos de lo que es la bohemia, de lo que es el Pierrot, de lo que es el curda que va al bar y se acoda… nos dimos cuenta de que el tipo en esa charla estaba personificando a ese personaje sobre el que canta. Ahí le encontramos un nuevo valor, que ahí había algo.

C.A.: Aparte la entrevista a Jaime Roos es absolutamente lo contrario porque de todos los músicos uruguayos es el más profesional, el menos accesible, el más estructurado, el más empresario digamos. Entonces por esta profesionalidad, se puede tornar una entrevista muy aburrida, muy dura, muy fría. Cuando empezamos a mirar las entrevistas a él se caía un poco todo. Sirve mucho para otro tipo de cosas, muy informativa, muy correcta. Pero no eran muchos los momentos en los que lográbamos que él salga de ese lugar tan cuadrado. Y en el montaje empezamos a darnos cuenta de que en realidad la historia era ese contraste.

A.L.: Un intelectual contando una historia sobre un personaje más pasional que es el que la canta.

IG: Hay un detalle, no sé si hay una intención ahí. El momento en el que pasa el tipo cantando por la calle, hay una idea de “este no canta pero canta todo alrededor de él”, y justo después habla Jaime Roos pero su voz entra un poco antes, sobre la imagen del Canario. Noté algo de hacer más fuerte este contraste al ponerle a uno la voz del otro.

A.L.: Totalmente, todo ese capítulo está tejido de ese modo, con esos contrastes y esas ironías. Jaime Roos diciendo “brindis por Pierrot es un himno al mostrador y a la bohemia” y el otro diciendo “no me gusta cantar”. Va un poco por ese lado.

IG: Mostrar siempre lo que pasa alrededor produce la sensación de que espiamos a los entrevistados, de cierta intimidad.

A.L.: Esa línea de mostrar lo que pasa detrás, nuestros propios hilos, es también un poco el estilo. Yo lo hablaba con un periodista: si el tipo te contesta lo mismo que a todo el mundo, es porque vos le estás preguntando lo mismo que todo el mundo.

C.A.: Y dejarnos como boludas a nosotras. Para nosotras el antiobjetivo era sentarme delante del tipo a mostrarle “mirá como sé de vos”, me parece contraproducente. Yo no soy periodista, la periodista es ella (por Adriana). Eso de mostrarle al entrevistado todo lo que sabés de él quizás es necesario para ganarte el respeto del otro en algunos casos, con Jaime Roos es necesario por ejemplo, pero es contraproducente porque lo que quiero es que hable él, no hablar yo. Cuanto más simple y más abierta la pregunta y cuanto más logre que lo que diga venga de él y no de mí, mejor.

Entrevista: Ignacio Izaguirre

1 comentarios:

Maletta dijo...

¿No hay un balance de lo que dejó el Festival o la cosa ya pasó al olvido?