Dirección: Matías Piñeiro
Guión: Matías Piñeiro
Fotografía: Fernando Lockett
Montaje Delina Castagnino
Producción: Iván Granovsky, Lionel Braverman, María del Carmen Fernández Montes, Pablo Chernov
Con: Romina Paula, María Villar, Julia Martínez Rubio
País: Argentina
El baile de cintas es una alegoría del destino a través del enjullo del tejedor. Este poste central sujeta en su copa las cintas, que serán trenzadas sobre el como imágenes del devenir. El poste central es, como Árbol de
Kafe Antzokia, Pas de Basque
Todos mienten, afirmación que tiene, irónicamente, todo de verdadero. Una tautología contradictoria, si la hay. Dibujar una historia partiendo de la sombra de cada personaje es describir el misterio desde lo profundo, sin develarlo. Pasar por el fuego sin quemarse y salir transformado. Como una piel de serpiente enigmática a la que se le abandona porque estorba a lo nuevo.
Helena y sus amigos, 4 chicos y 4 chicas, pasan unos días encerrados en una casa vieja, llena de puertas y habitaciones que parecen interminables. Donde detrás de cada placard puede estar escondido alguien, o algo. Helena es sin duda la persona más fuerte del grupo. Según reza la leyenda, ella sería una tataranieta no reconocida de Sarmiento. Según la tradición/maldición familiar, el padre muere nacida la última hija mujer. A Helena le toca su turno, y parece estar poniendo a prueba a cada uno de los integrantes, sobre todo a los chicos. Se besa con todos, se pone la ropa de todos, crea el caos, y siempre, el misterio.
Como la de Troya, podría ser una Helena que lleva a la guerra a los hombres. Como una Penélope, urde su trama, teje y desteje, a fin de que nadie sepa nunca a quien elige.
Los miembros de este grupo están leyendo el pasado continuamente: diarios de viajes de Sarmiento, cartas, documentos. Hay cierto retornar al pasado para cabalgar hacia un futuro que parece determinado. “Una vez más, se despidieron jurando no volver a encontrarse” –leen. Helena sabe bien cómo va a terminar y esto es lo que no puede controlar, pero sí puede decidir cómo jugar las cartas que tiene en mano. Cartas de reinas que representan a esas hijas del fuego, 4 mujeres fuertes, singulares, dominantes y en control de la situación. Un alto contraste con los hombres, que a modo muy básico saben que algo sucede con Helena, pero por más que lo intentan, no llegan a conocer todo.
En un trabajo donde hasta los errores son bien aprovechados -esa escena donde Helena y Mónica encienden un petardo y a Mónica se le enciende el pelo, y se ríen-, Todos mienten nos mantiene en movimiento, nos invita a entrar en el juego de las simulaciones. Helena y las demás chicas, encarnan todos los mitos, por eso no es extraño que Helena misma se cree uno. Y aunque no lo sea, poco importa. La mujer que urde es suficiente mujer para ser mito. Es Ariadna y su hilo salvador del grupo de jóvenes que se encamina ha ser devorados por el minotauro. Hilo al cual se le da una punta al espectador, para dejarle ser quien recorra el camino, quien ingrese al laberinto de puertas que se abren y se cierran, siempre con sorpresas antes o después. Para llegar hasta la salida.
Nadie dijo que las salidas conduzcan a la salvación, ni mucho menos a la gloria. La salida es una puerta a lo que sigue, y en todo momento, a la posibilidad.
Todos mienten es posible. Posible en el mejor sentido de la palabra.
Norya García
0 comentarios:
Publicar un comentario