PARAFRASEANDO A MAQUIAVELLO -La ola (Die Welle) de Dennis Gansel


El medio justifica el medio, porque aquí no hay ningún fin.


Hordas de jóvenes sin futuro. Desocupación. “¿Para qué estudiar si todo se va al carajo?”. “¿De qué me sirve un título si no voy a conseguir laburo?” Todo esto y más pasaba por las mentes de los pibes de Inglaterra en los setenta. Cuando cada uno andaba en la suya, vagando por las calles (al mejor estilo El extraño de pelo largo) con un par de snickers y la ropa gastada, todos se unieron en un grito común: punk. Tomaron toda esa ira contenida, ese desprecio por haber sido una generación sin visión de futuro y la descargaron sobre rápidos temas de cuatro notas y letras irónicas.

La ola arranca al ritmo de un cover de Los Ramones, Rock’n’Roll High School, que empieza así: “I don’t care about history” (No me interesa la historia). Sabiendo de antemano que se trata de una película alemana, el hecho de dejar de lado las lecciones de la historia puede sonar interesante. Jóvenes que no hacen nada y una escuela que toca todos los estereotipos (el deportista que sale con la linda, la nerd, el tontito, la banda de chicos malos, el profe copado y bohemio). Más aun, se cae demasiado en el clásico adolescente que cree que no se va a comer ninguna y entra como perro en todas. Tal estereotipo no llega a ser creíble. Sabemos que un adolescente puede ser un sujeto muy influenciable, pero también muy profundo y meditativo. No sólo es la calentura y la rebeldía lo que caracteriza a esta edad sino la aventura de hacerse persona a los golpes. Que me disculpe el señor Gansel, pero su escuela se encuentra a años luz de Rock’n’Roll High School y más próxima a High School Musical. Tal vez por eso no se anime a usar la versión original del tema musical. Porque lo que aquí se ve no es la adolescencia sino un modelo de adolescencia necesariamente creado para lograr lo que un dictador quiere. El imaginario adolescente de un viejo choto y de las señoras paquetas repitiendo “la juventud está perdida” desde hace cincuenta años.

Un profesor de política intenta enseñar autocracia a un grupo de alumnos. Como no le dan bola hace un experimento: crea un estado autócrata en el aula para que la teoría se haga práctica. Hay un líder, uniformes y una disciplina. Pero el aula se hace grupo, el grupo se hace movimiento, el movimiento se hace calle y “la ola” se hace tsunami. Todos los miembros de esta nueva ola llevan su política en la mochila después de sonar el timbre. Comienzan con inocencia pintando graffitis y terminan con demagogia y discriminación hacia los que no son como ellos. El proyecto se va de las manos.


La puesta en escena nos muestra una fecha que tiene el profesor en un cuadro de su casa: “DIC – 12 – 1979”. Ese miércoles, un maremoto dejó a Colombia con un saldo de quinientos muertos. Ese mismo día, Juan Pablo II lanzó un creativo documento teológico sobre una nueva visión del Génesis, en la cual se habla de la transformación que sufrieron los dos primeros humanos al descubrir su desnudez. No sabemos lo que el director nos quiere decir, pero pueden tomarse en cuenta estos dos hechos para significar un cambio. Desde lo espiritual, el hombre conciente de ser hombre o la toma de conciencia del cambio, ser diferente del otro (en este caso, desde el hecho genital). Y desde lo social, el maremoto como situación límite que une a un país a través de la desgracia. En resumen: el darse cuenta y la unión como fuerza.

Ahora bien, la puesta en escena es coherente pero la historia no. El profesor marca un camino. Los pibes arman un camino paralelo. Pero nunca hay un sentido. Hacen remeras, se juntan, chupan, fuman, tranzan, pintas graffitis… ¿Y para qué? Nadie lo sabe, mucho menos el director. Ni el proyecto escolar ni la película se plantean un objetivo. Sí hay una dirección, “tiremos todos para aquel lado”, dicen. Pero nos quedamos en el camino, sin saber para qué lo recorremos.

Empezamos bien. Nos olvidamos de la historia y emprendemos una autocracia dictatorial. Conflictos y algunos enfrentamientos con los que no son como nosotros. Nos rebelamos. Vamos a casa a buscar el M-16, el casco y repasamos El manual del anarquista porque si alguno se hace el loco le metemos una molotov. Nos juntamos en el auditorio. Estamos sacadísimos y queremos romper todo. Sólo falta que el líder nos hable. Ahí viene. Se pone de pie y nos dice que vamos a marcar una hoja en la historia alemana. Vamos a salir a las calles a demostrar quienes somos. Queremos salir, queremos destruir, queremos morir por lo que creemos, queremos… queremos… pegarnos un tiro. Mirá Gansel, si me vas a crear un éxtasis hambriento de destrucción no me vengas con Pedrito y el Lobo. ¿Para qué me mostrás a cada rato la autodestrucción de estos pibes con alcohol y drogas? ¿Para que terminen bailando con Barney? Si quiero una moraleja alquilo una película de Disney. En materia de guión, el clímax debe parecerse a los arrumacos post orgásmicos. En este caso, estás en pleno acto y tu vieja abre la puerta. Traumas aparte, para colmo te comés un sermón. Eso es La Ola. El Muelle de San Blas que canta Maná, donde esperamos y esperamos pero nunca pasa nada.

Adrián Zorgno

(Adrián Zorgno es alumno de primer año de la Carrera de Crítica y Periodismo cinematográfico.)

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Que buena onda, muy buena critica. A pesar de que la mataste me da ganas de verla.
Slds

Anónimo dijo...

Muy buena. Es muy irónica y las bardeadas son humorísticas (la referencia al climax y eso de "tu vieja abre a puerta" es mortal!). Pero además tenés una gran capacidad para detectar detalles de la puesta en escena y encontrarles un sentido existencial, basándote en la filosofía, entre otras cosas.

Anónimo dijo...

Y también tenés una capacidad increíble de decir estupideces... Ya que es bajar a la mínima expresión cómo se inicia un movimiento en el que ni los propios integrantes saben a qué siguen.
Lo que yo leo es que cuestionás la historia sólo porque no te gusta como se resuelve. Y de ahí arrancás para darle palo al resto.

Anónimo dijo...

Agradezco la sinceridad, pero no es mi intención que usted se indigne Sr. Anónimo. Justamente es mi intención dar una opinión y no una "zorgnofanía" (verdad revelada).
Recomiendo para su próximo comentario tomar un diccionario de sinónimos. Ya que se ha tomado el trabajo de poner los acentos, sería una pena rebajarnos a un lenguaje tan ofensivo para el diálogo.
Muchas gracias por tu comentario:
Adrián Zorgno.

Anónimo dijo...

sinceramente no creo que sea así sr./a anónimo (23 de octubre de 2009 16:37). todo lo que se dice en la nota está bien justificado y se puede ver en la película. qué parte le parece que está inventada? en qué momento se falta a la verdad? las acotaciones de la puesta en escena son falsas? vio usted la película?

Nayla dijo...

Muy buena la nota Adry....debo reconocer que yo me la re crei a la peli desde un principio, es mas me llego a gustar, pero creo que lo que mas me gusto fue la musica jejeje.
Creo que todo lo que decis es verdad, son un grupito de nenes tontos que no saben ni porque hacen lo que hacen, no luchan por nada, solo siguen la corriente. Pero no todos a esa edad seguimos un poco la corriente?
Bueno en fin, yo te felicito por presentarnos otra de tus criticas.