Festival de cine Cievyc 09: Peces retozan junto a los perros


Peces retozan junto a los perros, de Diego Ruíz, con Carolina Molini y Sergio Barattucci, 14’30’’, 2 º año 2009

El tragador tragado

El trabajo de guión de Peces retozan junto a los perros, del director Diego Ruíz, da la impresión de estar frente a un rompecabezas cuyas piezas están forzadas a encajar incómodamente en lugares donde no funcionan. La historia: cuatro hermanos -equitativamente dos chicas y dos chicos, disímiles todos entre sí (lo que ya promete drama)- se reúnen en una casa cerca del mar para deliberar qué hacer con las cenizas de su padre recién fallecido (más promesa de drama). Se toma este plot principal y se le agrega un sueño raro sobre peces muertos al borde del mar y un perro negro feliz de estar en esa playa; no importan los peces muertos alrededor, mientras Julia (Carolina Molini) -la intelectual- corre entre ellos y se postra a llorar con desasosiego (implícito: algo malo, trágico tiene que pasar). También se suma un comentario sobre Saturno y su odio por sus propios hijos leído en off por el padre de los protagonistas (para quien no conozca la historia sobre Saturno ni la pintura de Goya al respecto, este personaje se traga a sus hijos). Todo eso se junta, se fracciona, se mezcla, se reparte. Ahora, qué sucede con el todo, por dónde se escapa esa promesa de drama, es la pregunta.

El recurso del sueño, los peces muertos y el llanto de Julia, quedan aislados de no ser por la voz masculina que habla sobre Saturno, y todo depende del conocimiento que el espectador tenga sobre ese personaje para “juntar” estos fragmentos de información. Sólo al leer los títulos del final, se confirma que es la voz en off del padre, lo que suma algo de sentido. También se agrega la aparición breve del libro Una chica cualquiera de Arthur Miller, justo antes del sueño, y sin relación con la trama (salvo que sea para darle forma al carácter intelectual de Julia).

Los diálogos son escuetos y no dejan en claro si lo dicho sobre Saturno lo escribió “el viejo” presumiblemente en el libro de Miller. La risa suena falsa, el enojo sobreactuado, y los enfrentamientos basados en insultos, liberan a cuentagotas la poca información, dejando una sensación de intriga hueca. En varias ocasiones afirman que su padre los odiaba y eso justifica la cita al dios romano, pero falla al intentar generar tensión.

El narrador es omnisciente –está presente en el sueño, por ejemplo- pero esto no ayuda porque el diálogo es inverosímil. Tan carente de sentido como el desnudo de Gloria (Eugenia Lombardi) -la no intelectual-, que luce forzado y no ayuda a la forma o al desarrollo de lo que sigue. El momento en que se quita la toalla abriéndola de frente hacia la cámara y la cabeza ladeada incómodamente hacia su derecha, no es un movimiento natural, funciona al contrario: remarca el deseo de mostrar un desnudo frontal. Pero, aunque se olvide este detalle, que se quiera dejar en claro que Gloria es -como su hermano Manuel (Sergio Barattucci) le grita en varias ocasiones- "una vaga y una puta", no justifica el desnudo, ni su presentación conjunta con la acción inmediata en que Gloria aspira una línea de cocaína.

El final parece un remate apurado, todo sucede y se diluye muy rápido: estalla la bronca entre Gloria y Manuel, se instala la tregua entre todos mientras beben un té que preparó Julia y donde ha vertido las cenizas de su padre; acto seguido hacen un hueco en el jardín, colocan un algarrobo y la urna, cubren el agujero e inmediatamente se suben al auto –apurados- y se van. Sí, irónicamente y al contrario de la historia de Saturno, los hijos se tragan al padre antes de que éste los destruya a ellos. Pero aun el desarrollo de este momento bizarro no sorprende, y carece de resolución última. Los personajes lucen cansados dentro del auto, y la paz aparente parece responder más a ese cansancio del ánimo que al poder curativo-milagroso de tragarse al tragador y ser los vencedores. La historia tenía a su heroína en Julia, pero el sendero transitado por ella y por cada uno de los protagonistas, no está bien definido. La idea era sumamente interesante, pero ¿qué hicieron con los pedazos?

Norya García

(Alumna del 2º año de la carrera de Crítica y Periodismo)

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