Festival de cine Cievyc 09: Es tan Violeta


Es tan Violeta…, de Karina Donantueno, con Cecilia Layus. 2º año, 2009.

“Mi soledad está hecha de ti.

Lleva tu nombre en su versión de piedra,

en un silencio tenso donde pueden sonar todas las melodías del infierno”

“No hay puertas”, Olga Orozco

Un corazón hecho cenizas

¿Cuál voz podría explicar que la existencia duele? ¿En qué imagen podría hablarse de la angustia? Karina Donantueno encontró la manera de construir un signo de la interioridad en Es tan Violeta… Como una Olga Orozco de la imagen que no habla, del sonido sin origen, lentamente elabora un universo a través de un discurso caótico, una fuente fluida de sensaciones y sentimientos. No es hablar de la soledad. Violeta no habla, no explica, no muestra. Su aislamiento es real, su soledad es palpable pero sin representación única. A través de un collage de disecciones de Violeta en cámara lenta, de movimientos extremadamente lentos, o en el otro extremo, reacciones rápidas, vemos a una Violeta (Cecilia Layus) acosada por un sonido que no se explica de dónde viene: son voces alegóricas ancladas en una sola realidad: Violeta sufre, Violeta no se haya en el universo que la rodea. El entorno es una prisión, el arte –el mural de peces- la libera.

Donantueno logra en este corto de absoluta simpleza lo que Deleuze llama una disyunción entre imagen y sonido. La consecución del despertar de Violeta y el acoso en el patio escolar no estarían completos sin el sonido caótico de voces entremezcladas con ruido de calle. Dos elementos que no tienen nada que ver entre sí de manera aparente logran un enlace en el estrato subyacente y sintetizan un signo de la angustia, que dice más que mil palabras. Es una integración que sólo el cine logra. La síntesis en la ruptura en palabras de Alain Badiou.

Violeta escucha una voz clara entre el ruido que expresa:

Te vas a quedar sola en el recreo.

Estás muerta Violeta.

Violeta, tu silencio grita.

Llega la parálisis, el silencio. En la pausa de la cotidianeidad, ese domingo de muerte, Donantueno alcanza el signo artístico de la palabra dolor.

Norya García

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