Sonría, estamos filmando Por: María Sol Salaberría (2 Parte)


El amor en el país del nunca jamás

Después de descubrir que George se robó el hueso de dinosaurio que es tan importante para David y que tanto tiempo le llevó conseguir, él y Susan empiezan a buscar al perro por toda la casa. David va adelante y llamándolo en voz alta mientras ella lo sigue (se siguen el uno al otro durante todo el film) repitiendo el nombre del perro cada vez que David termina de decirlo; Susan parece retozar y divertirse con la situación. En un determinado momento éste se da vuelta para decirle que deje de actuar como si fuera su eco. Siguen la búsqueda y terminan en el parque, donde finalmente encuentran al perro (aunque no tienen la misma suerte con el hueso). Esta escena de La adorable revoltosa es un buen ejemplo del comportamiento de los protagonistas de la comedia Screwball, que muchas veces actúan como si fueran niños y estuviesen jugando. “Los protagonistas se acercan al universo de la infancia, que no sólo los libera de las ataduras de la vida adulta sino que les permite enfrascarse en distintas clases de juegos[1]. Es así como la pareja constituye un ente positivo y que les permite divertirse juntos; mucho más de lo que podrían divertirse manteniendo su soltería. El mundo de los adultos es un mundo rígido y monótono que no admite lugar para la diversión, por lo que los protagonistas esquivan pertenecer a él. “El personaje Screwball edifica un mundo propio, autónomo, que para él representa una alternativa mucho más atractiva que la que le ofrece el mundo ordinario o real”[2].

En el caso de Pecadora equivocada, Tracy se ve rodeada por tres pretendientes y, a diferencia de la mayoría de las Screwball, ella parece sentirse atraída por todos ellos. La protagonista intenta decidirse por alguno pero a la vez coquetea con los tres, disfruta al sentirse deseada Es por eso que la regresión a la infancia se convierte de algún modo en una especie de regreso a la adolescencia. En varias ocasiones se dice que Dexter y ella “crecieron juntos”. “Haber crecido juntos, o en cualquier caso haber creado un pasado de infancia en común, sigue siendo una ley para la felicidad de las comedias románticas[3]. Finalmente se queda con él porque entiende que es con quien puede ser feliz. Asimismo, George tiene la rigidez y la personalidad de un adulto, y esa personalidad no es compatible con la de alguien como Tracy.

Tal vez sea debido a esta tendencia a la diversión y a la infancia que la simulación se convierte en uno de los temas centrales de este tipo de comedias, muchas veces como si se tratara de un juego. En Lo que sucedió aquella noche Peter y Ellie simulan ser marido y mujer para despistar a los detectives contratados por el padre de ella y terminan descubriendo lo mucho que se divierten estando juntos. Luego de lograr su objetivo, se encuentran fantaseando con crear una compañía de teatro; se permiten soñar e imaginar como todo nene en situación de juego.

En La adorable revoltosa David simula ser otra persona ante Elizabeth, la tía millonaria de Susan, ya que su principal objetivo es lograr que ésta realice una donación de un millón de dólares al museo en el que trabaja (él es antropólogo). Más tarde y del mismo modo, Susan finge ser la líder de “La banda del leopardo”, una banda de mafiosos, para poder sacar a David (y al resto de los protagonistas, incluida su tía Elizabeth) de la cárcel.

A veces la simulación es parte del plan de conquista como lo es para Lucy en La pícara puritana, que sin dudarlo se aparece en la fiesta de compromiso de Jerry haciéndose pasar por su hermana Lola solamente para hacerlo quedar mal delante de su prometida y su familia. Sus intenciones se enfatizan de manera visual cuando se acerca al sillón en el cual están sentados Jerry y su nueva pareja para sentarse en el medio de ambos y seguir contando anécdotas para avergonzar aún más a su ex.

En Las tres noches de Eva, Jean también ve la simulación como un camino para reconquistar a Charles luego de que éste descubre que había estado mintiéndole. Se convierte entonces en Lady Eve, una mujer de procedencia inglesa y de la alta sociedad. El espectador acepta que el protagonista no se de cuenta de que se trata de la misma mujer a pesar de que no sea del todo verosímil; también de alguna manera es invitado a participar en el juego, fingiendo que se deja engañar por ella de la misma manera en que engaña a Charles. Sin embargo es como si en su interior supiera que se trata de la misma persona de la que se enamoró en el crucero. Eve le provoca las mismas sensaciones que le provocaba Jean y hasta le pide matrimonio con palabras similares. Además, desde su (re)encuentro con ella empieza a mostrarse torpe nuevamente y a sufrir sus clásicos tropiezos y caídas. Aunque Charles cree que se enamora dos veces en realidad sólo ama a Jean, y nadie más que ella puede hacer que admita sus verdaderos sentimientos.

En Pecadora equivocada la simulación es abordada de forma diferente. Mike (James Stewart) y Liz (Ruth Hussey) son periodistas que simulan ser amigos del hermano de Tracy para poder cubrir su casamiento en exclusiva. Pero Tracy descubre la verdad y quienes creían estar engañando se convierten en los engañados; son Tracy y su familia los que comienzan a fingir que no saben cuales son los verdaderos propósitos de sus invitados para evitar que se publique la historia de su padre con una bailarina. Incluso hay personajes que se ven envueltos en el engaño y que se hacen pasar por otra persona sin querer hacerlo, como sucede con el padre y el tío de la protagonista.

Por otro lado, la tendencia de los protagonistas de las Screwball a comportarse como niños es una de las principales razones por las cuales nunca tienen hijos. Es prácticamente imposible imaginar a estas parejas tan despreocupadas e impulsivas como padres responsables. Ocasionalmente la ausencia de los hijos es compensada por la presencia de mascotas. En La pícara puritana este espacio es ocupado por el inquieto Mr. Smith, el perro foxterrier que Lucy y Jerry se disputan durante su divorcio y que gracias a un “soborno” se inclina a quedarse con su dueña. Luego de su decisión Jerry le pide al juez que por lo menos le conceda el derecho de visitarlo un par de veces al mes, tal como si fuera un hijo.

La que parece la pareja menos preparada para tener hijos es también la que, a falta de una mascota, tiene dos: Susan y David de La adorable revoltosa cuentan con George, un perro (otra vez un foxterrier) y con Baby, un leopardo. Basta con observar la manera en que se comportan con cada uno de ellos para notar que no estarían preparados para ser padres. George termina siendo víctima de una persecución y por momentos parece ser más inteligente que ambos y estar burlándose de ellos al hacerlos desenterrar botas en lugar del hueso que buscan. O al salir al parque en mitad de la cena con el amigo de la tía Elizabeth y hacer que David (o, a esta altura, el Sr. Hueso) lo siga, quedando como un lunático.

Y con Baby las cosas no son mucho más alentadoras ya que éste se escapa y los protagonistas no tienen más remedio que recorrer todo el bosque mientras cantan “I can´t give you anything but love, Baby”, la canción que le gusta, para atraerlo. Y todo se complica aún más cuando descubren que tiene un “gemelo malvado” que también anda suelto por ahí. Pero el colmo es que ninguna de sus mascotas es realmente propiedad de alguno de los protagonistas; ambos pertenecen a la tía Elizabeth, por lo que Susan y David podrían considerarse como un par de niñeras descuidadas y con poca experiencia. ¿Quién podría imaginarlos criando a sus propios hijos?

Este tipo de conducta demuestra, además, la falta de importancia que se le concede al futuro en este género. Para los protagonistas de estas comedias lo más importante es vivir y disfrutar del presente y ser felices día a día, con la menor cantidad de preocupaciones posible. Son impulsivos y no les preocupan demasiado las consecuencias de sus actos. En ese sentido, Susan es el personaje Screwball por excelencia. Nada ni nadie puede detenerla cuando se propone algo; hasta es capaz de mentirle al alcalde para robarse un auto.

De la misma manera, en Lo que sucedió aquella noche Ellie no duda en dejarse llevar por sus sentimientos. Al comenzar el film tiene una discusión con su padre y salta al agua desde el barco en el que viajan para escaparse. Tampoco tiene dudas a la hora de “traspasar las murallas de Jericó” para confesarle a Peter que está enamorada de él. No se detiene en ningún momento a pensar en que se escapó de su casa y de que su prometido la espera allí para casarse con ella.

Todas estas actitudes provocan que los finales de estas comedias sean felices pero rodeados de una cierta dosis de ambigüedad. Así como los protagonistas tuvieron anteriormente sus diferencias, es muy posible que también las tengan más adelante. Sin embargo y al mismo tiempo, da la sensación de que lo que sienten es lo bastante fuerte como para que la relación perdure. Pero los personajes de la Screwball se caracterizan por algo fundamental a la hora de ser felices: son capaces de perdonar. Es que como dice Jean a su padre en Las tres noches de Eva, “Un hombre incapaz de perdonar, no es un hombre”.

En Pecadora equivocada, Tracy y Dexter se muestran muy seguros de lo que sienten y de su decisión de volver a casarse. Y algo similar puede decirse del final de La pícara puritana, en el que Jerry y Lucy deciden darse una segunda oportunidad. No les preocupa cómo van a llevarse más adelante, porque en ese preciso momento sienten que están haciendo lo correcto.

Preston Sturges duplica la apuesta haciendo que Charles y Jean vuelvan a estar juntos cuando, en realidad, fue muy poco el tiempo en que estuvieron separados. Antes de cerrar la puerta de la habitación él le confiesa que tiene algo para contarle y agrega: “no hubiera sucedido si no se hubiera parecido tanto a ti”. Luego ambos admiten que están casados; lo que Charles no sabe es que le confiesa ser casado… a su propia esposa.

Si es cierto lo que dice McLaughlin y el secreto para tener un buen matrimonio es enamorarse muchas veces, siempre de la misma persona, el espectador puede estar tranquilo…estos son matrimonios que van a durar para siempre.


[1] Ibíd., P 290

[2] Ibíd.., P 256

[3] Cavell, Stanley: “La búsqueda de la felicidad”. Barcelona, Ed. Paidós, 1999.P 144

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola me gustarìa saber como puedo ver los cortos que destacan a la derecha de la pantalla. Buen blog.
Saludos y dejo una invitaciòn al mìo, donde hay varios de mis cortometrajes.
www.sebastianvargas-cine.blogspot.com

PD: En octubre del año pasado filme un corto para estudiantes de su escuela y quedò inconcluso, una lastima porque la idèa era un policial de los 50 interesante. Nos vemos