Sonría, estamos filmando Por: María Sol Salaberría (1 Parte)


“Para un buen matrimonio hay que enamorarse muchas veces,

siempre de la misma persona”- Mignon McLaughlin



La fórmula es sencilla. Para comenzar basta con un hombre y una mujer, ambos atractivos y cuyas personalidades sean lo suficientemente opuestas para atraerse y generar toda clase de confusiones. Es importante que tengan tendencia a negar la atracción que sienten el uno por el otro y que se presente algún tercero en discordia que nunca constituya una verdadera amenaza sino que, por el contrario, pueda ser parte del camino hacia la armonía. Pueden agregarse toda clase de situaciones y de personajes (y cuantos más sean, mejor); y éstos pueden actuar como niños y esquivar la adultez. Hacia el final, los protagonistas deben encontrar el camino hacia sí mismos para (re)encontrar el camino hacia el otro. Está prohibido que sigan las reglas y que actúen de manera convencional, pero sobre todo está prohibido que en algún momento decidan resignar la propia felicidad; la que brinda estar en pareja y, sobre todo, el matrimonio. Este es el mundo de la comedia de enredos; estos son los principales ingredientes para una buena comedia Screwball.

Este texto fue el trabajo final de la materia Técnicas periodísticas 2, dictada en el segundo cuatrimestre de 2008.


Primero las damas…

Charles Pike (Henry Fonda) lee un libro sobre serpientes sentado en una mesa a borde de un crucero. De repente, nota que todas las personas que lo rodean (sobre todo las mujeres) lo miran atentamente; se siente intimidado. Desde una mesa más alejada, Jean Harrington (Barbara Stanwyck) observa la situación desde su espejo de mano y finalmente decide que ellas “no son suficientemente buenas para él”. Esta escena de Las tres noches de Eva (The Lady Eve, Preston Sturges, 1941) revela a la clásica heroína de las Screwball, una mujer independiente que dice lo que piensa sin vacilaciones. Sólo con observar al resto de las mujeres que intentan captar la atención de Charles, sabe que ninguna de ellas representa un obstáculo para conquistarlo. Está segura de sí misma y es muy capaz de lograr lo que se propone. A partir de allí, y casi como si le leyera mente, empieza a narrar la reacción de Charles con cada una de las mujeres que se cruzan por su camino. Finalmente, cuando pasa por su lado, lo hace tropezar (por primera vez) para llamar su atención y comenzar su proceso de conquista. Es que en estas comedias “la mujer adopta posiciones más activas en la seducción, rompiendo con la acartonada distinción entre actividad/masculina y pasividad/femenina”[1]; es ella quien toma la iniciativa con su inteligencia y astucia. Al narrar sus reacciones Jean se convierte en una suerte de guionista que decide el futuro de Charles y lo termina arrastrando hacia ella. En las Screwball es común que la mujer lleve adelante la historia, mientras el hombre solo se “deja llevar” por los acontecimientos. Eso es aún más evidente en una comedia de “cacería”como Las tres noches de Eva.

Aunque por momentos parezcan lunáticas, como Susan Vance (Katherine Hepburn) en La adorable revoltosa (Bringing up Baby, Howard Hawks, 1938), las protagonistas del género saben cómo guiar los sucesos de acuerdo a sus intereses personales. Esto queda claro en la escena en la que, hablando por teléfono con David (Cary Grant), aprovecha su tropiezo con una mesa para fingir que Baby (el leopardo que da el título original a la película) la atacó. De esta manera consigue que David vaya en su “rescate” aunque anteriormente se haya rehusado a ir a verla. Incluso en otra de las escenas le confiesa a su tía Elizabeth (May Robson) que sabe que es el hombre con quien va a casarse, aunque todavía él no lo sepa.

Además se trata de mujeres que aunque estén casadas mantienen su personalidad y realizan sus propias actividades, posicionándose lejos de aquellas esposas que dedicaban la mayor parte de su tiempo a sus maridos. En una de las primeras escenas de La pícara puritana (The Awful Truth, Leo McCarey, 1937), Jerry Warriner (Cary Grant) llega después de un viaje y Lucy (Irene Dunne), su esposa, no está en casa. No es la clase de mujer que espera a su marido escuchando las radionovelas de la tarde o leyendo una novela de amor; ella toma clases de canto y dedica parte de su tiempo a hacer lo que le gusta.

Por otro lado, estas mujeres desean estar al mismo nivel de sus compañeros. “Esta nueva mujer, más urbana, sofisticada y moderna, desea del hombre un tratamiento cercano, próximo e igualitario”[2]. Un buen ejemplo de ello es Hildy Johnson (Rosalind Russell), la protagonista de Ayuno de amor (His Girl Friday, Howard Hawks, 1940). Ella es periodista y trabaja rodeada de hombres pero espera que la consideren parte del equipo; quiere de ellos un trato de pares y es muy importante que la reconozcan como una buena profesional dejando de lado el hecho de que sea una mujer.

Sin embargo existen excepciones respecto del rol de la mujer de la comedia Screwball. La escena de Lo que sucedió aquella noche (It Happened One Night, Frank Capra, 1934) en la que los protagonistas se ven por primera vez, es significativa y revela la esencia del film. Después de arrojar por la ventanilla del autobús los diarios que estaban ocupando el que era el único asiento disponible, Peter Warne (Clark Gable) descubre a Ellie Andrews (Claudette Colbert) sentada ahí. Al ver que no está dispuesta a abandonarlo le pregunta al conductor si es un asiento para dos personas, a lo que éste responde “tal vez sí, tal vez no”. Ese asiento es, de alguna manera, el corazón de Ellie. Tal vez exista un lugar para Peter en él, pero también existe la posibilidad de que no sea así. A pesar de todo decide arriesgarse y sentarse a su lado, como si inconscientemente quisiera irrumpir en su corazón y comprobar si ese lugar existe. Esta escena resume la relación de ambos personajes; en este caso es Peter, el hombre, el que lleva adelante la mayoría de los acontecimientos. Hacia el final de estas comedias los protagonistas deben haber pasado por un proceso de aprendizaje y educación mutua, cada uno debe aprender algo del otro. Aquí es Peter quien educa a Ellie, le demuestra que hay todo un mundo que conocer más allá de las puertas de su habitación.

Algo similar pasa en Pecadora equivocada (The Philadelphia Story, George Cukor, 1940), en la que Dexter Haven (Cary Grant) guía a Tracy Lord, su ex-mujer, a encontrarse a sí misma. Tracy representa la inversa de la clásica heroína de la comedia Screwball; se muestra ante los demás como una persona fuerte y segura de sí misma pero es una pose. Todos a su alrededor la ven como una diosa fría e incapaz de admitir las imperfecciones propias y las de los demás pero en realidad, tal como le confiesa a su prometido, ella no quiere ser adorada sino amada. Sólo Dexter sabe la clase de persona que es en su interior (y que ella misma ignora) y quien la ayuda a crecer y a aceptar a los demás (y a ella misma) tal como son. Es quien la educa y, como Peter, lleva adelante los sucesos de la historia. Se sale con la suya, pero lo hace con una elegancia que lo distingue del resto de los protagonistas de las Screwball. Es como si la suerte estuviera de su lado y le permitiera siempre estar presente “en el lugar y momento adecuados”. Hacia el final, George (John Howard), quien iba a casarse con Tracy, se dirige a él y le dice que presiente que tuvo mucho que ver con que ella finalmente lo abandonara y cancelara la boda. El comentario no afecta a Dexter en lo más mínimo y se proclama ganador de la batalla respondiendo que es posible, pero que él lo ayudó mucho.

Es importante destacar que “aunque sea el hombre el que sepa cómo debe educar a su compañera y el que conduce la mayoría de las situaciones, eso no significa que esté por encima de ella”[3]. Los protagonistas de las comedias Screwball saben reconocer la importancia y el valor de su compañero/a; existe entre ellos un respeto mutuo y saben (aunque por lo general lo nieguen hasta último momento) que se necesitan para ser felices y que la unidad que conforman como pareja es más fuerte que cada uno de ellos individualmente. Pero también son conscientes de que “no todo es color de rosa”. En Las tres noches de Eva, antes de proponerle matrimonio a Jean, Charles le confiesa que puede imaginarse la vida con ella como una serie de altibajos, de luces y sombras, con alguna que otra irritación, pero con mucha felicidad; es una buena síntesis de las relaciones de las Screwball. Los altibajos a los que el protagonista hace referencia se refuerzan de manera visual gracias a que la pareja sube y baja escaleras todo el tiempo. Pero además, Charles tropieza y cae muchas veces y no solamente para crear el efecto cómico que caracteriza a la comedia. Es cierto que sus repetidos “accidentes” ponen en evidencia la torpeza del protagonista, pero también revelan su postura frente a Jean (o la del hombre frente a esta nueva mujer), quien consigue manipularlo a sus ansias y que, como se dice luego “está acostumbrada a que los hombres caigan por ella”.

Pero como también dice Charles, los altibajos no impiden a los protagonistas de las Screwball alcanzar la felicidad, y una escena de La adorable revoltosa alcanza para demostrarlo. Mientras buscan a George, el perro de la tía de Susan, David y ella discuten acerca de su prometida y él termina resbalándose y cayendo por una pequeña colina. Al comienzo Susan se burla de él, pero luego termina cayéndose ella también; al caer, la red que llevaba en su mano acaba sobre la cabeza de David. Susan no puede evitar reírse de la situación y David, aunque intenta disimularlo, también la encuentra graciosa. Esta escena lo dice todo; al final y pase lo que pase, ella va a “atraparlo”. Pero además revela que siempre que caigan lo harán juntos, y que intentarán ser felices a pesar de todo.


[1] Echart, Pablo: “La comedia romántica del Hollywood de los años 30 y 40”;Madrid, Cátedra, 2005.P 296

[2] Ibíd., P 17

[3] Ibíd., P 270-271

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Este tipo de trabajos críticos son los que justamente la critica actual no ofrece. Muy bueno

Marcos dijo...

Una joyita para aquellos que amamos la comedia!